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SANITARIOS TARAGUI

Mostrando entradas con la etiqueta Por Mario Vidal - Periodista Chaqueño. Mostrar todas las entradas
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jueves, 3 de febrero de 2022

Se cumplen 75 años de la más cruenta guerra civil paraguaya

EN FEBRERO DEL AÑO 1947, SAN BLAS NO ESTUVO EN ITÁ

Desde tiempos inmemoriales, Itá (Paraguay), el pueblo donde nací, cada 3 de febrero rinde homenaje a su patrono San Blas.

Sin embargo, dicho santo no estuvo en mi pueblo el 3 de febrero de 1947. En su lugar estuvieron los demonios que desató una cruenta guerra civil que hizo del Paraguay un país en llamas.

Sobre dicha contienda, los memoriosos de mi pueblo natal aún recuerdan, como si hubiera sucedido ayer, no hace 75 años, un episodio revelador de la locura que en esos tiempos imperaba entre los paraguayos.

En el centro de mi pueblo, a corta distancia el uno del otro, vivían dos connotados ciudadanos.

Uno se llamaba José Palmerola, encargado de la administración de la farmacia del hospital.

Era ya mayor, morocho, alto, esquelético, padre de algunos varones y de una hija celebrada por su belleza.

El otro, Patricio Cáceres, era dueño de la farmacia que estaba frente al mercado, al lado de la comisaría.

Palmerola era liberal, y Cáceres del partido colorado. Ésta diferencia política, en ese tiempo cargado de cuchillos bastaba para que fuesen declarados enemigos.

Un testigo de aquellos días asegura que los problemas entre los dos venían de mucho antes, supuestamente porque Cáceres quería el cargo de Palmerola, en el hospital.

Cuenta que la guerra civil le dio al colorado Cáceres la oportunidad que esperaba para sacarse de encima a su adversario, y que esto ocurrió de la manera más espeluznante.

Afirma que cuando los milicianos colorados entraron a la ciudad, buscaron a Palmerola, que a punta de fusil lo condujeron a la comisaría, que en el patio de la misma le dieron una pala, y le hicieron cavar su propia tumba.

Luego lo apuñalaron. Aún vivo, lo arrojaron a la improvisada tumba. Cayó boca abajo, y murió asfixiado. Como la fosa no guardaba relación con su cuerpo, las piernas quedaron afuera.

Días después, el 3 de febrero de 1947, vísperas de San Blas, quienes estaban controlando Itá eran los rebeldes, mayormente liberales, febreristas y comunistas.

Éstos, al que fueron a buscar fue a Patricio Cáceres, a quien no le permitieron ponerse los zapatos. La tierra, en ese intenso calor de febrero, calcinaba sus pies desnudos cuando a punta de fusil, lo llevaron hasta un sitio en aquel entonces todavía despoblado.

Bordeando la laguna, llegaron al “Chury”, donde hoy existe una estación de servicio, y allí lo fusilaron.

La memoria de mi pueblo guarda otros recuerdos de aquellos días de ausencia de San Blas, y presencia del demonio del fanatismo, de la ignorancia, y de la locura fratricida.

Otra dictadura más

Los dos episodios arriba comentados ocurrieron en el marco de la cruenta guerra civil paraguaya de 1947, cuyos antecedentes se iniciaron el 7 de septiembre de 1940.

Ese día, en un accidente de aviación murió el presidente paraguayo y héroe de la guerra contra Bolivia, José Félix Estigarribia. Apenas horas después, asumió como nuevo presidente el ministro de Guerra y Marina, general Higinio Morínigo.

No tardó mucho éste en inaugurar, con apoyo del sector de colorados “guionistas”, una dictadura militar y nacionalista, algo muy común en esos tiempos en Latinoamérica.

Bajo la consigna “Orden-Disciplina-Jerarquía”, el general Morínigo impuso la pena de muerte por cuestiones políticas, prohibió las reuniones y manifestaciones políticas de la oposición, reprimió la publicación y difusión de comunicados contrarios al gobierno, declaró la movilización militar de todo obrero que hiciera huelga, persiguió al periodismo independiente, y montó una Oficina de Propaganda que se dedicaba a exaltar las virtudes de su “revolución nacionalista”.

Es decir, éste militar duro entre los duros hizo lo mismo que hizo Perón en la Argentina.

Comienza la tragedia

Aquella tragedia interna paraguaya estalló cuando el 11 de enero de 1947, los febreristas (que entonces se denominaban franquistas), liderados por el general Rafael Franco y coaligados con el Partido Liberal y el Partido Comunista, se alzaron contra el gobierno.

Lo que en principio parecía un simple alzamiento terminó envolviendo al Paraguay en una atroz guerra civil, tal vez la más cruel, violenta y sangrienta que haya conocido ese país.

Todo se complicó y se agravó cuando en la madrugada del 13 de enero, Morínigo se provocó un autogolpe, y parte de las Fuerzas Armadas se plegaron a los rebeldes.

Éstos instalaron un gobierno militar en la ciudad de Concepción, la cual, por ello, fue bombardeada sin piedad por la aviación gubernamental.

Los rebeldes iniciaron la marcha hacia Asunción, y el presidente contraatacó con el apoyo del Partido Colorado, especialmente del general Alfredo Stroessner.

El gobierno argentino apoyó al general Morínigo enviando, al teatro de operaciones, debidamente armados, dos barcos de guerra: El “Granville” y el “Drummond”.

No es muy conocida ésta parte de la historia peronista inmiscuyéndose militarmente en una cuestión interna de un país para respaldar a un gobierno militar y dictatorial.

En Asunción, el gobierno organizó un ejército de milicianos para-militares, constituido por unos veinte mil civiles de las clases más bajas. Armados por el ejército gubernista, no tuvieron ninguna dificultad en ir recuperando las ciudades bajo control de los rebeldes, entre ellas la recientemente bombardeada Concepción.

Finalmente, los revolucionarios fueron vencidos y Morínigo siguió en el cargo, hasta que el 3 de junio de 1948 fue depuesto por otra conspiración, y huyó a la Argentina.

Un saldo aterrador

Saqueos, asesinatos por venganza, fusilamientos sumarísimos y violaciones de mujeres perpetradas por uno u otro bando, eran moneda corriente en esa guerra civil, de la cual se cumplen 75 años.

Más de cien mil paraguayos debieron huir hacia la Argentina, y se habla de un saldo de veinte mil muertos.

Argentina, en la forma arriba señalada, intervino en esa violenta sangría entre hermanos que durante seis meses ensangrentó al pobre y empobrecido Paraguay.-

FUENTE: Por Vidal Mario

martes, 1 de febrero de 2022

¿ESTÁN QUERIENDO VOLVER A NAZIFICAR LA JUSTICIA?

La marcha, éste 1 de febrero, promovida por el kirchnerismo con el objetivo de remover o someter a juicio político a algunos o a todos los jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, no tiene nada de nuevo.

Ya desde sus mismos orígenes el peronismo viene mostrando una patológica vocación por atacar a la justicia, cuando la misma no corresponde a sus intereses.

De hecho, lo primero que hizo Perón tras asumir el 6 de junio de 1943, fue cortarles las cabezas a cuatro jueces y al procurador general del máximo tribunal argentino.

Para ello, acusaron a los jueces, doctores Roberto Repetto, Antonio Sagarna, Benito Nazar Anchorena y Francisco Ramos Mejía, así como el procurador general Juan Álvarez de “deshacer las mejoras sociales que lograron los trabajadores”.

Otra acusación fue la de “maniobrar con claro criterio de protección a las clases privilegiadas, en perjuicio de los humildes trabajadores”.

Se les imputó, además, el cargo de “traición a la patria” por haber reconocido los gobiernos surgidos de las revoluciones del 6 de septiembre de 1930 y del 4 de junio de 1943.

Perón participó de ambos golpes de Estado, y contribuyó a la formación de los regímenes militares surgidos de esos movimientos armados. Incluso, en el segundo de esos gobiernos, instalado por una logia militar pronazi, se agarró cuatro altos cargos para él.

A pesar de ello, sorprendentemente, los traidores a la patria eran los jueces, no él. Así que el Senado, devenido a tribunal enjuiciador, destituyó a todos los arriba nombrados.

Así comenzó lo que en su momento se denominó “la nazificación” de la justicia argentina.

Una Corte militante

Seis años después, el sometimiento de la Suprema Corte de Justicia de la Nación al Poder Ejecutivo ya era total, y sobran los ejemplos de su sometimiento. Entre ellos, los siguientes:

El 15 de abril de 1952, se adhirió a un acto de homenaje a Perón (“por su acción de gobierno”), dando asueto a los trabajadores judiciales para que pudieran concurrir a los actos.

Por acuerdo del 26 de junio de 1952, los jueces bautizaron “Eva Perón” a la Biblioteca de la Corte.

El día 24 de julio de 1952, declaró constitucional la ley 14.062 de Declaración de Estado de Guerra Interno, que establecía la pena de muerte contra quienes se alzaran contra el gobierno.

“No se puede concebir al juez sin identificarlo con los términos absolutos de la pura justicia: Perón y el pueblo”, declaró el ministro del Interior y Justicia, Ángel Borlenghi.

Por ello, en el Plan de Acción política 1955-1956 se introdujo ésta desafortunada declaración: “La justicia puede destruir un movimiento sentando jurisprudencia contraria a la doctrina justicialista. 

Por eso, recordando aquello de que un lado de la biblioteca dice “peronismo” y el otro “antiperonismo”, los fallos deben ser dados utilizando el lado peronista de la biblioteca”.

Perón, a su vez, dijo: “Yo soy de los hombres que piensan que el gobierno ha de tener en su alma el sentido innato de la justicia, condición sin la cual ningún hombre puede hacer buen gobierno”.

El problema era que su justicia era sólo para los suyos. Para los demás, fuesen enemigos o simplemente adversarios, era la arbitrariedad, las torturas y la cárcel. De hecho, su pensamiento al respecto lo sintetizaba en ésta frase: “¡Al enemigo, ni justicia!”·

Justicias intervenidas

El 17 de julio de 1952, el gobierno de Perón intervino la provincia de Buenos Aires “al sólo efecto de reorganizar totalmente su Poder Judicial”.

Dos de los motivos alegados era que la justicia bonaerense desvirtuaba “el contenido revolucionario justicialista”, y que estaba integrada por “jueces de la oligarquía, del fraude, y de muchos otros hechos más”.

“No podemos permitir que la justicia siga siendo un reducto de la oligarquía”, dijeron.

Durante el tratamiento de la ley, un senador dijo: “La intervención al Poder Judicial de la provincia de Buenos Aires servirá como escarmiento para que los magistrados y los funcionarios comprendan que, si la revolución no puede llegar porque están ellos en la función pública, entonces ellos deben salir para dejar paso a la revolución”.

Pero hasta el menos avisado se daba cuenta de que la intervención a la justicia bonaerense obedecía en realidad al deseo del peronismo de poner en ese lugar a sus jueces.

También se intervino las administraciones judiciales de Catamarca y Córdoba, removiendo a todos los magistrados y reemplazándolos por otros totalmente adictos.

En el caso de Córdoba, los nuevos jueces enviaron al presidente Perón el siguiente mensaje:

“Inspirados en el patriotismo de toda vuestra vida ejemplar, en la acción de nuestra inolvidable Eva Perón y en los principios que uniforman la doctrina, asumimos con fervor peronista las altas funciones de vocales y fiscal del Superior Tribunal de Justicia de la provincia con que nos habéis honrado por intermedio del prestigioso y distinguido interventor, doctor Felipe S. Pérez, y juramentamos nuestra inquebrantable adhesión y lealtad hacia vuestra insigne persona como líder de la Nueva Argentina Justicialista”.

En el caso de la justicia de la provincia Presidente Perón (Chaco), donde no se podía ingresar sin estar afiliado al partido, la fórmula de juramento de empleados y funcionarios, era: “¿Juráis por Dios, por la Patria, por Perón y por Eva Perón desempeñar fielmente vuestros cargos, y siempre con inspiración justicialista?”.

La cuestión es que con el tiempo se llegó a un punto en que los jueces ya no eran jueces sino títeres que debían obedecer las órdenes del ministro de Asuntos Políticos, Román A. Subiza.

La Corte Suprema de Justicia de Salta se animó a dar una muestra de dignidad absolviendo a David Michel Torino, director del diario “El Intransigente”, encarcelado desde hacía tres años por causas políticas.

Los jueces dela misma, Jerónimo Cardozo y Carlos E. Douthat, fueron acusados de prevaricato y sometidos a juicio político. 

No se admitió que la causa fuera sometido a prueba. Simplemente se los echó y, además, se los declaró “incapaces por tiempo indeterminado de ocupar empleo de honor, confianza, o sueldo de la provincia”.

El pacto con Frondizi

Ni antes ni después fue de importancia menor para Perón contar con una Corte adicta a su “revolución” y a su persona.

Tres años después de su caída, en febrero de 1958, desde su retiro de Madrid condicionó la firma del acuerdo con Frondizi a la inclusión en el mismo del siguiente texto:

“8º)- Reemplazo de los miembros de la Suprema Corte de Justicia y eliminación de los magistrados que han participado en actos de persecución política”.

Se estipuló en dicho tratado que, en caso de ganar las elecciones, Frondizi tenía noventa días de plazo contados desde la Asunción del mando para reemplazar a los miembros de la Corte Suprema.

A modo de conclusión, tal vez convendría recordar lo que una vez dijo el estadista, escritor y jurista Alexander Hamilton, considerado uno de los padres de los Estados Unidos:

“No hay libertad si el poder de juzgar no está separado de los poderes Legislativo y Ejecutivo. Y nada se tiene que temer del Poder Judicial solo, pero se debe temer todo de la unión del Poder Judicial con cualquiera de los otros dos poderes”.-

FUENTE: Por Vidal Mario

viernes, 12 de noviembre de 2021

LOS PENSADORES INCORRECTOS

Para quienes, según la mentalidad de un Partido, de una religión o de una cultura son pensadores políticamente incorrectos, la vida siempre ha sido cualquier cosa, menos fácil.

Allí está el ejemplo del filósofo Anaxágoras, quien no creía en los dioses en los que creían los griegos.

Como era amigo del rey Pericles (otro pensador adelantado a su tiempo), sus detractores lo atacaron a él y a su amigo.

Éstos detractores habrán sido personajes importantes, porque lograron que se dictara una ley contra la blasfemia.

Según esa ley, los incrédulos y los que enseñaran teorías extrañas sobre el mundo celestial, debían ser denunciados.

Les fue fácil probar que Anaxágoras era un blasfemo que enseñaba a los griegos que sus dioses no existían.

En el tiempo a que aludimos, el ateniense común dirigía de mañana y de tarde sus plegarias al sol. Anaxágoras salió a decirles que el sol no era dios sino una masa llameante hecha de materia.

La influencia de Pericles lo salvó de morir, aunque fue exiliado a Lampsacos, donde sí se lo trató con honor y respeto.

Otro pensador incorrecto

Después apareció otro pensador incorrecto, Protágoras, publicando un libro titulado “Sobre los dioses”.

En el mismo, decía: “No puedo afirmar que los dioses no existan, pero tampoco que no existan. El asunto es oscuro, y la vida humana demasiado breve para andar pretendiendo esclarecerlo”.

A éste también lo acusaron de cometer pecado de blasfemia, y también debió huir de Atenas. Las copias de su libro fueron secuestradas y quemadas en acto público.

Otro ejemplo paradigmático lo dio Jesús, otro adelantado a su tiempo. A una tierra llena de fundamentalistas, trajo lo que hoy conocemos como justicia social y derechos humanos.

El sistema político, social y religioso imperante lo acusó de todo: de tener poderes demoníacos, de subvertir al pueblo con sus enseñanzas, de incitar a la rebelión. Lo más liviano que decían de él era “glotón, borracho, y amigo de los publicanos”.

El galileo propiciaba una suerte de socialismo santo donde los esclavos no existieran, y además rechazaba la idolatría. Los romanos eran muy afectos a las dos cosas: a los esclavos y a la idolatría. Por eso, desde el principio, su final era previsible.

Los “locos escritos” de Orígenes

Otro pensador maltratado por pensar distinto a lo que pensaba la manada fue Orígenes (185-254). Siendo uno de los padres de la Iglesia católica de Alejandría, por sus “locos e impíos escritos” terminó siendo anatematizado por la Iglesia de Roma.

Éste era un obispo muy raro: defendía la doctrina de la reencarnación de las almas, no creía en el infierno, y decía que el Nuevo Testamento contenía falsedades y fantasías.

Sobre los evangelios, ese teólogo alejandrino afirmó que en los mismos “hay cosas que se nos refieren como si fueran históricas pero que jamás sucedieron porque eran imposibles como hechos materiales, y otros que, aun siendo posibles, tampoco han sucedido”.

Aseguró haber leído más de veinte versiones distintas de los cuatro evangelios, y se quejó tanto del pésimo estado de conservación de los documentos originales como de las malas interpretaciones que, debido a ello, hacían los escribas al copiarlos.

Por eso, concluyó, “nunca se puede estar seguro de la veracidad de los contenidos de las Escrituras”.

Trescientos años después de su fallecimiento, el 2 de junio del año 553 el Segundo Concilio de Constantinopla, en el punto once de sus conclusiones, proclamó:

“Si alguno no anatematiza a Arrio, Eunomio, Macedonio, Apolinar, Nestorio, Eutiques y Orígenes, juntamente con sus locos e impíos escritos, condenados por la santa Iglesia Católica y Apostólica, como también a los que han pensado o piensen como los dichos herejes, y que permanecieren hasta el fin en su impiedad, ese tal sea anatema”.

Para entonces hacía ya tres siglos que Orígenes estaba muerto. Pero como seguía vivo a través de sus escritos, quemaron todos los libros de su autoría que se encontraran.

Y él fue condenado a la “Damnatio Memoriae”: el olvido eterno.-

FUENTE: Por Vidal Mario

sábado, 16 de octubre de 2021

17 DE OCTUBRE: PERÓN NUNCA ESTUVO DETENIDO, NI FUE LIBERADO POR NADIE

El peronismo engendró la idea de que el “rescate” de Perón de la isla Martín García, el 17 de octubre de 1945, fue una gesta tan grande como la Revolución de Mayo. 

Desde 1947 a 1955, esa fecha era feriado nacional, y era enseñada en todas las escuelas. 

“Una multitud pidió en Plaza de Mayo la libertad de Perón”, tituló el diario Clarín su tirada del día posterior a la marcha. Sin embargo, Perón nunca estuvo detenido. Por lo tanto, nunca fue liberado por nadie. Era, por el contrario, el más firme candidato que el régimen militar podía exhibir para representarlo en las elecciones presidenciales que había anunciado para el año siguiente. “Perón ya no es un peligro”.

El 12 de octubre de 1945, periodistas que entrevistaban a quien lo había reemplazado en el Ministerio de Guerra, le preguntaron qué había de cierto sobre los rumores de que Perón, quien había renunciado a sus cargos de ministro de Guerra y vicepresidente de la Nación, había sido detenido y recluido en algún lugar. 

El nuevo ministro, general Ávalos, les contestó: “No lo he visto, y que yo sepa, no”. Y era verdad: no estaba detenido. 

El día anterior a la tarde había viajado a Florida con su pareja Eva Duarte; pasaron la noche en casa de un amigo, al día siguiente, 12, siguieron viaje a una de las islas del Tigre, donde se alojaron en la casa de verano de otro amigo, el empresario alemán y dirigente nazi Ludwig Freude. 

En horas de la mañana de ese mismo día, tres generales y tres almirantes, todos ellos reconocidos enemigos de Perón, se reunieron en el Círculo Militar con el nuevo ministro de Guerra, general Ávalos. 

Eran los generales Orlando Peluffo, Alberto Gutiérrez y Abraham Quiroga; el vicealmirante Héctor Vernengo Lima, y los contraalmirantes Leonardo Mc Lean, Francisco Clarizza y Juan Smith. Durante la reunión, le pidieron al ministro “la detención y procesamiento militar del coronel Perón”. Directamente, reclamaron que se hiciera “desaparecer todo vestigio del régimen impuesto por el ex vicepresidente y ex titular de la cartera de Guerra”. 

Estos mismos militares concurrieron seguidamente a la Casa de Gobierno para reunirse con el presidente Farrell, ante quien formularon los mismos pedidos. Fuera del Círculo Militar, comenzaron a llegar manifestantes contrarios a Perón y al gobierno militar. “Fustigando muchos de los presentes la actuación del ex vicepresidente Perón”, estos manifestantes también reclamaron a los gritos la entrega del gobierno a la Corte Suprema de Justicia”. 

Finalmente lograron otra de las cosas que estaban pidiendo: que salieran al balcón aquellos generales y almirantes que habían ido a hablar con Ávalos y Farrell. En representación de los mismos, habló el vicealmirante Héctor Vernengo Lima. Entre otros anuncios, enfatizó: 

“El coronel Perón ya no es un peligro”. Dijo, seguidamente: “Les comunico que todo el gabinete ha renunciado, y tengo la palabra del general Farrell, del Ejército y de la Marina de hacer responsables a los culpables de todos estos inconvenientes, especialmente al coronel Perón”. 

Efectivamente, minutos después desde la Secretaría de la Presidencia de la Nación se emitió un comunicado anunciando que todos los ministros habían renunciado. Se perfila el 17 de octubre En la madrugada del día 13, llegó al chalet donde se encontraba Perón, en el Delta del Tigre, el jefe de Policía, coronel Mittelbach, para decirle que Farrell le había ordenado que lo lleve de regreso a la capital Ya en su casa, alrededor de las 2 de la madrugada llegó el subjefe de Policía para invitarlo a trasladarse a la cañonera “Independencia”. 

El jefe interino de la Policía Federal, coronel Mittelbach, emitió el siguiente comunicado: “En las primeras horas del día de hoy fue detenido el coronel don Juan Perón, siendo conducido a un barco de guerra de la Armada, donde se encuentra alojado”. En aquella misma cañonera lo llevaron a la isla Martín García donde, a falta de un alojamiento mejor, se le destinó la vivienda que se usaba para detenidos militares. 

El 13 de octubre, miles de partidarios suyos se concentraron frente al Círculo Militar. El 14 de octubre de 1945, desde su alojamiento en la Isla Martín García y pese a que no estaba allí “confinado” como él decía sino para protegerlo de una parte de las Fuerzas Armadas interesada en eliminarlo incluso físicamente, Perón envió éste mensaje al general Avalos: 

“Comunico al señor ministro que el día 12 de octubre a la noche he sido detenido por la Policía Federal, entregado a las fuerzas de la Marina de Guerra, y confinado en la Isla Martín García. Como todavía soy un oficial superior del Ejército en actividad y desconozco el delito de que se me acusa, como asimismo las causas por las cuales he sido privado de libertad y sustraído a la jurisdicción que por ley y mi estado militar me corresponde, solicito quiera servirse ordenar se realicen las diligencias del caso para esclarecer los hechos, y de acuerdo a la ley disponer en consecuencia mi procesamiento, o proceder a resolver mi retorno a jurisdicción y libertad, si corresponde. Juan Perón. Coronel”. 

El 16 de octubre, el Ministerio de Guerra emitió un comunicado aclarando que, en la isla Martín García, Perón no estaba detenido. Textualmente, el escrito expresaba: “El Ministerio de Guerra de la Nación, ante la diversidad de versiones circulantes respecto a la situación del coronel don Juan Domingo Perón, hace saber a la población que el mencionado oficial superior no se encuentra detenido. Solamente se han adoptado medidas de seguridad que se consideran convenientes para su persona y que responden a la situación de intranquilidad propia del momento”. 

Siempre durante ese día 16 de octubre, aparecieron en Londres declaraciones del ministro de Guerra, general Ávalos, hechas al corresponsal en la Argentina de esa agencia noticiosa inglesa. Consultado sobre la situación en que se encontraba el coronel Perón, respondió: “Perón fue invitado a trasladarse a la isla Martín García, en nombre del Presidente de la República y en el mío propio, a fin de evitar que se cometiera algún atentado contra él. 

No es un secreto que querían atacarlo y que el pasado 19 de septiembre la multitud pedía a gritos su cabeza. Yo hice la revolución con el coronel Perón y, además, soy ministro de Guerra: jamás hubiera cargado con la responsabilidad y la vergüenza de un atentado. Por lo demás, afirmo como ministro de Guerra que no hay ningún cargo contra el coronel Perón. Por lo tanto, los rumores que circulan sobre que está detenido no son más que eso: rumores sin valor”. 

Efectivamente, tanto era así que el 17 de octubre de 1945, temprano a la mañana Perón ya estaba otra vez en Buenos Aires, supuestamente enfermo e “internado” en el Hospital Militar Central. Columnas de trabajadores se concentraron frente a ese lugar, y algunos de ellos intentaron entrar por la fuerza al mismo, “para ver al coronel”. De adentro salió el sacerdote J. Carreras, quien, tras asegurar que el militar no estaba allí en calidad de detenido pidió a los manifestantes que se dispersaran tranquilos. 

El gentío decidió entonces que una delegación entrara a “comprobar el estado” del militar. L delegación no fue autorizada a ingresar, y se retiró “tras recibir seguridades de que el coronel se encuentra bien y en libertad”. Más tarde, se conformó otra delegación integrada con afiliados de la Unión Ferroviaria, la cual sí logró verlo. Al retirarse, informaron a los demás que “efectivamente, como lo dijo el sacerdote Carreras, el coronel está bien y en libertad”. 

Ya en horas de la tarde, densas columnas obreras siguieron llegando a la Plaza de Mayo, en tanto que reiteradamente se iba pasando por todas las emisoras de radio un comunicado informando que el coronel Perón no estaba preso, sino en libertad. 

A las 21 de ese día, el procurador general de la Nación, doctor Juan Álvarez, le propuso al presidente Farrell estos nombres –todos civiles- para la constitución de un nuevo gabinete: doctor Alberto Hueyo (Hacienda), doctor Isidoro Ruiz Moreno (Relaciones Exteriores y Culto), doctor Jorge Figueroa Alcorta (Justicia e Instrucción Pública), e ingeniero Antonio Vaquer (Obras Públicas). 

A las 21,30, se escuchó también por radio éste comunicado de la Secretaría de la Presidencia de la Nación: “1°)- El señor Presidente de la Nación va a sostener una conferencia con el señor coronel Perón. 2°)- El gabinete futuro consultará los altos intereses y nobles aspiraciones del pueblo. 3°)- El coronel Perón hablará en cadena a todo el país alrededor de las 23 horas”. 

Perón nunca estuvo detenido Perón nunca estuvo detenido. Fue una bola que él mismo echó a correr, pero su mentira terminó convirtiéndose en un dogma de fe peronista, y hasta llegó a ser materia de enseñanza obligatoria en las escuelas. Desde el muelle de la isla Martín García, se embarcó a las 3:30 de la madrugada rumbo a Buenos Aires. 

Llegó a las 6:40 y se alojó en el departamento del capellán del Hospital Militar. ¿Qué sentido tenía la marcha de ese 17 de octubre, si desde las primeras horas de la mañana Perón ya estaba nuevamente en Buenos Aires? Al mediodía, almorzó con el teniente coronel Domingo A. Mercante, otro que supuestamente estaba detenido en Campo de Mayo pero que fue “liberado a pedido del coronel Perón”.

¿Habrá alguien que crea esto de un detenido pidiendo la liberación de otro detenido para almorzar con él? Por la tarde, el “detenido” recibió a varias delegaciones de obreros y empleados traídos por dirigentes gremiales que, según un comunicado del Partido Socialista, eran “asalariados de la Secretaría de Trabajo y Previsión, a cargo de Perón hasta pocos días atrás”. También lo vino a ver el capitán Héctor Francisco Russo, quien, según una información radial, “acaba de ser liberado en Campo de Mayo, igualmente a pedido del coronel Perón”. 

De nuevo, ¿un detenido pidiendo la libertad de otro detenido para que lo venga a ver? Esa misma tarde, el “detenido” Perón habló por teléfono con el mismísimo presidente Farrell, además de seguir recibiendo las visitas del ministro de Obras Públicas (general Pistarini, que después, ya como presidente constitucional, seguiría siendo su ministro de Obras Públicas), y el titular de la cartera de Guerra, general Ávalos. 

Llegada la noche, Perón se trasladó a la residencia presidencial, “donde el primer magistrado lo recibió con un afectuoso y cordial abrazo, exponente de la antigua vinculación que los une”. ¿Un “detenido” siendo recibido “con un afectuoso y cordial abrazo” por un Presidente de la Nación? 

A las 22,30, Perón llegó a la Casa Rosada, donde mantuvo una segunda reunión con Farrell, del que participaron también varios ex ministros y algunos jefes militares. 

En ésta reunión se analizaron los nombres propuestos por el procurador de la Nación para el nuevo gabinete, y se discutieron nombres de candidatos para la Jefatura de Policía y de la Dirección de Correos y Telecomunicaciones, entre otras dependencias gubernamentales. 

Otra vez: ¿un “detenido” analizando en la Casa Rosada con el Presidente y altos jefes militares cómo formar el nuevo gabinete, y con quienes cubrir varios organismos gubernamentales? A las 23 el “detenido” Perón apareció en los balcones orientados hacia la calle Balcarce, acompañado del mismísimo Presidente, el ministro de Obras Públicas, otras autoridades gubernamentales, jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas. 

El primero en hablar fue el presidente Farrell, quien exclamó, refiriéndose al “detenido”: “¡Otra vez, junto a ustedes, el hombre que ha sabido ganar el corazón de todos: el coronel Perón!”. Finalmente, habló Perón, quien comenzó diciendo que tenía tres honras en su vida: “la de ser soldado, la de ser patriota, y la de ser el primer trabajador argentino”. 

Ya cerca de la medianoche, se dio por terminado el acto, y la multitud se dispersó. Terminado el acto, el presidente Farrell y el “detenido” Perón pasaron al despacho presidencial, donde sostuvieron una reunión de una hora de duración con los jefes de las distintas unidades de Campo de Mayo.-

Por Vidal Mario.-

viernes, 23 de abril de 2021

ORÍGENES, EL TEÓLOGO- ESCRITOR CONDENADO AL OLVIDO ETERNO

En el Día Internacional del Libro, vale la pena señalar que incluso los libros sagrados contienen errores.

Uno de esos libros (en éste caso todo un conjunto de libros) es la “palabra del Señor”, la Biblia

El escritor y sacerdote diocesano chileno Miguel Ortega Riquelme opina que la Biblia “es la voz suave y poderosa de Dios”, que “es Dios que nos habla de sí mismo”.

Sin embargo, desde el principio hasta el final la Biblia es un gran depósito de errores.

Citaré un ejemplo. Lucas 4:16 al 19 dice:

“Jesús fue a Nazareth, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para leer la Escritura. 

Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde dice: “El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. 

Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a anunciar la liberación de los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Jesús cerró el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces les dijo: “Hoy se ha cumplido éste pasaje de la Escritura que acaban de oír”.

Los errores

Los errores que un investigador del pasado claramente observa en dicho pasaje son los siguientes:

. En los tiempos de Jesús no existía ningún pueblo llamado Nazareth. Mal podía existir una sinagoga en un lugar que no existía.

. Jesús no era israelí sino galileo. Era de Galilea, que en aquellos tiempos era un país ubicado al noroeste de Israel, también bajo dominio romano. Para los judíos era como la Filistea de los tiempos de sus padres. Llamaban a ésta nación vecina “Galilea de los gentiles”, o “Galilea de los paganos”. Para ellos, sus habitantes eran paganos y enemigos de sus intereses vitales.

. Jesús no profesaba la religión judía. Él pertenecía a la comunidad de los esenios, la cual no era una religión sino una manera mística de ver la vida. Cuando la Iglesia Católica elaboró el llamado “Nuevo Testamento” eliminó toda referencia a esa fraternidad mística que desde Egipto se había diseminado por toda la región.

. Como esenio, Jesús no creía que Dios fuese un hombre sino una infinita energía sin forma alguna.

Así que, por todo lo señalado, Jesús nunca pudo haber dicho que ese día se cumplía una supuesta profecía de Isaías.

En otras palabras: el interesante episodio narrado en Lucas 4:16-20 jamás ocurrió.

“Jamás han sucedido”

“En la Biblia hay cosas que se nos refieren como si fueran históricas pero que jamás han sucedido porque eran imposibles como hechos materiales, y otros que, aun siendo posibles, tampoco han sucedido”.

Así lo dijo nada menos que Orígenes, teólogo alejandrino que vivió entre los años 185 al 251.

A pesar de haber sido una de las columnas de la Iglesia católica, el Segundo Concilio de Constantinopla que se desarrolló entre el 5 de mayo del año 553 al 2 de junio del mismo año lo declaró anatema.

Ponderaba haber leído más de veinte versiones diferentes de los evangelios. Por eso los evangelios eran “según” tal o cual autor.

También se quejaba del pésimo estado de conservación de los documentos originales y de las malas interpretaciones que, por ello, hacían los escribas al copiarlos.

Por una de estas malas interpretaciones fue que Jesús el Nazareno terminó siendo Jesús de Nazareth.

Ese gran teólogo y escritor no fue el único que “por sus locos escritos” fue anatematizado por el Concilio Constantinopla II.

El punto once del dictamen de ese cónclave consignaba:

“Si alguno no anatematiza a Arrio, Eunomio, Macedonio, Apolíneo, Nestorio, Eutiques y Orígenes, juntamente con sus impíos escritos, y a todos los demás herejes, condenados por la santa Iglesia Católica y Apostólica y por los cuatro antedichos santos concilios, y a los que han pensado o piensen como los antedichos herejes y que permanecieran hasta el fin en su impiedad, ese tal sea anatema”.

Dicho concilio fue convocado por Justiniano, emperador desde el 527 hasta el 565, año en que murió.

Para entonces hacía ya como 300 años que Orígenes, considerado “el genio más grande que la Iglesia primitiva haya producido”, había muerto.

Pero como seguía vivo a través de sus escritos quemaron todos los libros de su autoría que todavía existieran.

Y él fue condenado a la Demnatio Memoriae: el olvido eterno.-

FUENTE: Por Vidal Mario * PERIODISTA-HISTORIADOR

jueves, 8 de abril de 2021

142 AÑOS CUMPLE HOY UNA SUFRIDA PROVINCIA: FORMOSA

Hablar de Formosa a veces es hablar de la matanza de indios pilagá ocurrida allí en 1947, en tiempos de Perón.

Hablar de Formosa es también hablar a veces del sangriento ataque de la organización subversiva Montoneros a un regimiento de su capital en 1975, en tiempos de Isabel Perón.

Hablar de Formosa es igualmente hablar del lamentable presente político de esta provincia fronteriza con el Paraguay, gobernada con mano de hierro desde hace 26 años por Gildo Insfrán.

Sin embargo, Formosa, fundada hace 142 años, el 8 de abril de 1879, tiene otras historias también dignas de ser contadas.

“Exclusivamente argentino”

El 2 de enero de 1869, el gobierno argentino notificó a Francisco Solano López que todo el inmenso Chaco, que comprendía la actual provincia de Formosa, era “exclusivamente argentino”.

El 17 de noviembre de ese mismo año 1869, Argentina pasó a ocupar militarmente Villa Occidental, una pequeña población paraguaya situada frente a Asunción

En enero de 1872, Sarmiento dictó un decreto organizando la Gobernación del Chaco y designando como su gobernador al general Julio de Vedia, jefe de las fuerzas de ocupación de la citada Villa Occidental, que, desde ese momento, pasó a ser la capital de la flamante Gobernación.

Apenas terminada la tremenda guerra, el Paraguay reclamó jurisdicción sobre parte del territorio que Argentina se había atribuido como propia, en la zona del Chaco.

El presidente norteamericano Rutherford Hayes, designado árbitro en dicha disputa, se pronunció el 2 de noviembre de 1878, acordando al Paraguay toda la región comprendida entre los ríos Verde y Pilcomayo, más Villa Occidental, a la que luego los paraguayos, en gratitud a aquel presidente norteamericano, rebautizaron Villa Hayes.

Se busca nueva capital

El mayor Jorge Luís Fontana, que por entonces era secretario de la Gobernación del Chaco, arrió el pabellón argentino, en Villa Occidental, tras pronunciar éste discurso:

“Hoy, señores, damos el ejemplo de cómo se dirimen las cuestiones en la América del Sur y del grado de civilización y cultura en que se encuentra, para que el mundo entero juzgue lo que somos los americanos, que sabemos acatar, antes que todo, la razón, el derecho, la justicia. 

Aquí tenéis la prueba del valor de una Nación siempre consecuente con sus antiguas hazañas de lealtad, que sólo aspira al progreso de nuestra raza, a la felicidad y bienestar de todos los hombres, y a la grandeza del hombre americano”.

El mismo Fontana, después de recorrer la margen derecha del río Paraguay, entre el Pilcomayo y el Bermejo, en busca de un sitio adecuado para la fundación de la nueva capital, se decidió por el lugar donde hoy está ubicada la ciudad de Formosa.-

Al respecto, informó al gobernador Lucio V. Mansilla:

“El paraje está aproximadamente a 33 leguas de Asunción y 61 de la ciudad de Corrientes. Los barrancos se levantan a 12 metros sobre el nivel del río y los campos en general tienen una altura media de 236 metros sobre el nivel del mar. En éste punto, el Paraguay tiene un ancho de 390 metros, corre a 3 millas por hora y su profundidad varía entre 4 y 28 y medio metros”.

El acta fundacional

A bordo del barco (aviso) “Resguardo”, Fontana se trasladó seguidamente con jefes, soldados y pobladores para fundar la actual ciudad de Formosa. El acta fundacional de la nueva población rezaba:

“Previo acuerdo del Poder Ejecutivo de la Nación y por orden del excelentísimo señor gobernador de los territorios del Chaco, coronel Lucio V. Mansilla, el secretario comandante Luís Jorge Fontana, tomó formal posesión de éste punto situado en el Chaco central sobre la margen derecha del río Paraguay y por los 26 grados, 12 minutos, 36 segundos latitud sur, y 60 grados, 25 minutos, 24 segundos de longitud oeste del meridiano de París, paraje denominado Formosa.

Y para que consten en el venidero quienes fueron los empleados civiles, jefes, oficiales, marineros y soldados que concurrieron al cumplimiento de la citada disposición, se levanta la presente acta que firmaron conmigo a los 8 días del mes de abril de 1879”.

Los actuales límites del territorio formoseño fueron firmados cinco años después, por ley 1.532 del 16 de octubre de 1884.

La nueva población creció rápidamente, especialmente con el aporte paraguayo e indígena.

Según el censo del año 1914, dicho año el entonces Territorio Nacional de Formosa tenía 35.342 habitantes, de los cuales 8.774 eran extranjeros (la mayoría paraguayos) y 16.061 eran indios.

Para 1947 (en octubre tuvo lugar la referida masacre de indios pilagá) la población ya alcanzaba los 112.187 habitantes, y para 1955 superaba los 169.000 pobladores.

Formosa fue convertida en provincia el 28 de junio de 1955 por ley 14.408, conjuntamente con los territorios nacionales de Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz.

Ésta última provincia, casi en el instante mismo en que adquiría su soñada autonomía política y administrativa quedaba a su vez convertida en una dependencia de la empresa petrolífera norteamericana Compañía California Argentina de Petróleo.

Pero eso ya es otra historia.-

FUENTE: Por Vidal Mario  * PERIODISTA-HISTORIADOR

domingo, 13 de diciembre de 2020

UNO POR UNO: LOS DESTINOS DE OCHO EVADIDOS DE LA CÁRCEL DE TRELEW

En 1972, diez subversivos argentinos se sacaron una foto en La Habana. Eran todos gente relacionada con lo que había sucedido en Trelew el 15 de agosto de ese año.

Ese día hubo una fuga de terroristas encerrados en el penal de Rawson. 

Los que estaban en la referida foto fueron algunos de los que lograron huir. 

Cruzaron a Chile en un avión de línea de Austral, que otro grupo había secuestrado cuando hizo escala en Trelew.

Gracias a los buenos oficios del socialista presidente chileno Salvador Allende, después siguieron viaje a Cuba, donde fueron recibidos casi como héroes por Fidel Castro.

Fue allí donde se sacaron esa imagen grupal. Tiempo después, ya militarmente entrenados, regresaron a la Argentina y reemprendieron para sus respectivos trabajos de terroristas.

Excepto dos de los que estaban en la foto, los otros ocho murieron tan violentamente como habían vivido.

Uno que a pesar de su tormentosa vida terminó muriendo en paz y tranquilamente fue Enrique Gorriarán Merlo, fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y de su brazo armado, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

Una biblioteca de Managua, Nicaragua, lleva su nombre, tal vez en reconocimiento a haber sido uno de los ejecutores del sanguinario ex dictador de ese país, Anastasio Somoza.

El otro que tuvo (y sigue teniendo) un final feliz es Fernando Vaca Narvaja, quien en 1975 actuaba en el Chaco. Cuando ese año 21 subversivos cayeron en manos de la Policía del Chaco, él, junto con otros 13, logró eludir el cerco policial y escapar.

Al año siguiente zafó de la persecución de los militares huyendo a México, regresando al país 1989, gracias a Carlos Menem. Es el abuelo de la hija de Florencia Kirchner.

Pero los otros que se ven en la foto, o fueron acribillados a balazos o siguen desaparecidos.

El destino de cada cual

Los nombres de los otros ocho que están en la foto y el destino final de cada uno de ellos son los siguientes:

“Gringo” Domingo Mena. Fue uno de los fundadores del ERP, brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). 

Convenció al carcelero Facio de facilitarles la fuga de la cárcel de Trelew a cambio de 10 millones de pesos. Mena le entregó 5 millones enviados por el ERP. El pacto era que la otra mitad le entregarían después.

Pero el corrupto guardián nunca cobró esa otra mitad. Meses después, una madrugada, tocaron en la puerta de su casa. Preguntó desde adentro quiénes eran. “Venimos de parte del Gringo Mena”, le respondieron. Seguramente creyendo que le traían el resto de la plata, abrió la puerta. Se lo llevaron, y desapareció para siempre.

El 19 de julio de 1979, Mena fue secuestrado junto con su mujer Ana Lanzillotto. Nunca más aparecieron.

Carlos Andrés Goldenberg. Fue el ejecutor material del asesinato del jefe de la Policía Federal Argentina, Alberto Villar, y de su esposa, Elba Marina Pérez, el 1 de noviembre de 1974. 

Fue con una bomba, cuyo estallido fue tan potente que los restos de la embarcación en que navegaban por el Delta del Tigre se esparció por todas partes. El presidente Perón lamentó mucho éste asesinato, porque él lo había designado en el cargo.

Fue también uno de los autores de un resonante y espectacular secuestro. Ocurrió el 19 de septiembre de 1975 cuando tras matar a su chofer y a un gerente de la compañía se llevaron a los hermanos Bunge y Born, herederos de un gran imperio económico. Por éstos cobraron 60 millones de dólares, el más alto de la historia argentina.

Al mes siguiente, 5 de octubre de 1976, encabezó uno de los pelotones que atacaron el Regimiento 29 de Infantería de Formosa.

El 10 de agosto de 1976 fue muerto por un retén militar que interceptó el auto en que viajaba, sobre la calle Paraná, en el límite entre Vicente López y San Isidro. Tenía sólo 24 años.

José Víctor Fernández Palmeiro. Fue uno de los que el 15 de agosto de 1972 secuestraron el avión de Austral que utilizaron para la fuga del penal de Rawson.

Por ser español su apodo oficial era “Gallego”, aunque también le decían “Dedo”. Esto último porque, se decía, poniéndole un dedo en la espalda a un policía lo había despojado de su arma reglamentaria.

El 8 de marzo de 1973 integró el grupo que secuestró al director del diario “Crónica”, Héctor Ricardo García, a quien obligaron a publicar en la tapa y en forma destacada un comunicado del ERP apoyando la fórmula del FREJULI, Cámpora-Solano Lima.

El 21 de abril de 1973 dirigió la toma de la localidad de Ingeniero Maschwitz (Buenos Aires).

El 30 de abril de 1973 participó del asesinato del contraalmirante Hermes Quijada.

El músico Andrés Calamaro le dedicó a éste asesinato una canción titulada “22 de Agosto”, algunas de cuyas estrofas decía: “El marino Hermes Quijada se enteró que la muerte viajaba en moto/. El Gallego Fernández Palmeiro, combatiente del ERP/ 22 de Agosto, era el piloto que lo llenó de plomo/, lo llenó de plomo y se las tomó”.

Ésta sería, sin embargo, su última acción: aquí cayó gravemente herido, y no sobrevivió.

El ERP publicó un afiche con su foto, acompañado de éste texto: “Caído en la lucha por la Patria Socialista”.

Mario Roberto Santucho: El 19 de julio de 1976, murió junto con otros dirigentes políticos del ERP en un ataque militar a la vivienda donde se encontraban. Tenía un balazo en el pómulo, otro en el cuello y nueve de la cintura para arriba.

El capitán que lo acribilló a balazos, Juan Carlos Leonatti, también gravemente herido, murió en el hospital sin enterarse que había matado nada menos que al fundador del ERP.

Marcos Osatinsky: Fue uno de los fundadores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), y después dirigente de Montoneros.

En sus pergaminos figuraba que en un sólo día (26 de junio de 1969) con otros “combatientes” él había incendiado nada menos que trece supermercados de la cadena Minimax, y planificó la toma de la ciudad bonaerense Gorín (30 de julio de 1970), de donde robaron gran cantidad de armas y dinero.

Durante la citada fuga del penal de Rawson, fue el que mató al guardia Juan Gregorio Valenzuela.

Lo asesinaron en Córdoba el 21 de agosto de 1975, todavía en plena época de Isabel Perón. Su verdugo fue el capitán de ejército Héctor Pedro Vergéz, de la Triple A.

Antes de matarlo, lo ataron con una cadena al parachoques trasero de un auto y los arrastraron por la ruta.

Su cuerpo fue entregado a la familia, pero durante el traslado el cajón fue secuestrado por paramilitares que llevaron el cadáver al paraje Barranca Yaco, y lo dinamitaron.

Ana Dora Wiessen. En la foto, su imagen está coloreada por ser la única mujer del grupo.

A los 18 años se incorporó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y una de sus primeras acciones fue integrar el grupo que secuestró el avión de pasajeros que luego los evadidos de la prisión de Rawson usaron para su huida a Chile.

El 24 de octubre de 1975, integró “los pelotones Montoneros de combate Beláustegui y Juan Pacho Senandrea” que secuestraron al ingeniero alemán Franz Metz, gerente de producción de la empresa automotriz Mercedez Benz, con asiento en La Matanza.

Por ese cautivo exigieron un rescate monetario, la reincorporación de 117 obreros despedidos y la publicación de una solicitada en ocho grandes diarios de Francia, Italia, Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, México, Venezuela y Perú.

Liberaron al ejecutivo alemán dos meses después (23 de diciembre), previa reincorporación de los obreros cesanteados y el pago de un rescate que según la empresa fue de 7,5 millones de dólares, aunque Firmenich aseguró que sólo recibieron 2 millones de dólares.

Ya durante el proceso militar y en el marco de lo que Montoneros denominó “Contraofensiva”, con el grado de oficial segundo (capitán), operaba en la Zona Norte del Gran Buenos Aires.

Pero el círculo se le cerró el 19 de julio de 1979, a los 30 años, cuando cayó junto con su pareja Bernardo Daniel Tolchinski (“Juliot”), otro fundador de las FAR. Los dos figuran hasta hoy como desaparecidos.

Roberto Jorge Quieto. Con el tiempo llegó a ser uno de los más renombrados y polémicos dirigentes de Montoneros.

El 28 de diciembre de 1975, mientras disfrutaba con su familia de un día de playa en Martínez (Buenos Aires), fue detenido y llevado a la Guarnición Militar de Campo de Mayo.

Montoneros removió cielo y tierra en procura de su ubicación y liberación, pero en febrero de 1976 el tribunal revolucionario de la organización lo encontró “culpable de los delitos de deserción en operación y delación”. Lo degradaron y sentenciaron a muerte, “pena a ser aplicada en modo y oportunidad a determinar”.

Alegabanque bajo los efectos de la tortura había proporcionado información clave “al enemigo”.

Fue desde entonces que Montoneros estableció para sus miembros principales y combatientes en general, con carácter de obligatorio, el uso de la pastilla de cianuro para no entregarse vivo.

“Fue por el caso Quieto que decidimos generalizar la pastilla de cianuro para evitar la delación en tortura”, declaró Mario Firmenich.

No hizo falta que Montoneros matara a Roberto Jorge Quieto: nunca se supo más nada de él.

Estas historias generalmente son desconocidas. Es que, como lo dijera Rodolfo Galimberti, otro símbolo de los violentos años 70, “el drama de nuestra generación es que no les contaron a las generaciones futuras cómo fue la historia”.-

FUENTE: Por Vidal Mario*(Periodista-Escritor-Historiador)

domingo, 6 de diciembre de 2020

"Cuatro cruentas batallas en un mes" EN DICIEMBRE DE 1868, PARAGUAYOS Y ALIADOS NO RESPETARON NI LA NAVIDAD

Diciembre de 1868 pasó a la historia como uno de los meses más trágicos de la trágica Guerra de la Triple Alianza. 

Ese mes y año cuatro sangrientas batallas en menos de treinta días, con miles de muertos de uno y otro bando.

A la hora de combatir, en esa oportunidad paraguayos y aliados por igual no respetaron ni la Navidad. 

Tanto es así que uno de esos cruentos combates se inició el día que en el resto del mundo católico celebraban la Natividad del Señor. 

La serie de batallas se inició el día 6 en Ytororó y siguió el 11 del mismo mes en Avahy, donde las para entonces ya diezmadas fuerzas paraguayas contuvieron hasta la muerte del último soldado el avance de las tropas aliadas.

En Avahý, para el anochecer del 11 de diciembre y en un espacio de una hectárea ya estaban amontonados más de tres mil quinientos cadáveres paraguayos.

Llovía, y en el fango era difícil distinguir al viejo del muchacho, al oficial del soldado. Los prisioneros, un millar de paraguayos, casi todos ellos muy malheridos, murieron finalmente, y fueron puestos junto a los cadáveres de sus compañeros.

Los vencedores descubrieron en las inmediaciones a las mujeres que seguían al ejército paraguayo. Perseguidas por el campo de batalla, arrojadas al suelo, fueron violadas en el fango.

La llamada “gran tumba de Avahý” fue otro doloroso ejemplo de la extrema crueldad que puede alcanzar una guerra cuando se rompen todos los códigos morales.

En Avahý, recuerda J.I. Garmendia, los soldados aliados no demostraron piedad ni con los niños.

En su libro Recuerdos de la Guerra del Paraguay, anota:

“Aterrados y anonadados, sin escape, se agrupan entre sí los paraguayos (5.000 frente a 22.000 aliados); los más bravos venden cara su vida, otros sucumben sin sentirlo; los niños lanzan sus armas y se arrojan a los pies de los soldados brasileños, se arrastran y oprimen sus rodillas, pidiendo compasión. 

No hay ni un destello de piedad. La piedad no da oídos en aquella expansión de odios sin resistencia”.

Lomas Valentinas

Después vino la batalla de Lomas Valentinas, que fue otra de las más feroces batallas de la guerra de la Triple Alianza. Comenzó el 17 de diciembre de 1868, y duró nada menos que siete días.

Allí, donde hubo prodigios de heroísmo de parte de los combatientes de ambos bandos, los aliados padecieron una derrota total, la más grave desde Curupaity.

Perdieron cerca de cuatro mil hombres, y entre los centenares de heridos se contó al propio comandante en jefe de la columna brasileña, barón de Triunfo.

Pero para los paraguayos también esa batalla fue un desastre porque, en hombres y cañones, sus pérdidas fueron parecidas a las del enemigo. Fue derrota a pesar de la victoria porque a esa altura el Paraguay ya no podía darse el lujo de perder miles hombres en una semana.

Testigo de esa semana de horrorosa matanza fue el embajador estadounidense en el Paraguay, Martin T. MacMahon.

Comparado con la cantidad de soldados con que seguía contando el ejército aliado, luego de éste combate al mariscal López ya sólo le queda un puñado de combatientes.

Itá Ivaté 

Lugar de desarrollo de otro de los terribles combates de la Guerra de la Triple Alianza. Comenzó a las seis de la mañana del día de Navidad del año 1868 y terminó a las diez de la mañana del día 27. No hubo tregua. Se pasaron Navidad peleando.

En esa batalla, menos de seis mil paraguayos, muchos de ellos adolescentes, mujeres y niños, enfrentaron a más de veinticuatro mil soldados enemigos.

El desastre paraguayo fue completo. Los aliados perdieron, entre muertos y heridos, menos de mil hombres. El mariscal López, excepto dos centenares de hombres que se refugiaron en los bosques cercanos, perdió aquí casi todo su ejército.

A diferencia de Avahý, donde el estrago se había concentrado en un espacio pequeño, aquí los muertos y heridos paraguayos estaban esparcidos por todas partes. Casi todos eran niños, muchos todavía no habían cumplido diez años.

Un escritor dijo sobre esas infortunadas criaturas: “Cuando a los cadáveres se les quitaba aquel disfraz parecían niños dormidos después de un día de juego”.

Esta batalla también fue presenciada por el embajador norteamericano MacMahon. Su testimonio es también escalofriante:

“Siento mucho decir que más de la mitad del ejército paraguayo se compone de niños de diez a catorce años de edad. 

Esto fue lo que hizo que la batalla del 21 de diciembre y la de los días siguientes fueran realmente pavorosas y desgarradoras. 

Aquellos pequeños, en la mayoría de los casos completamente desnudos, regresaban del combate en grandes números. Muchos venían arrastrándose, mutilados de modo inconcebible. Parecía no haber lugar para ellos y erraban, impotentes, hacia el cuartel sin proferir llanto ni gemido”.

Lamentablemente, muchos otros niños seguirían después muriendo en otros campos de batalla –especialmente en Acosta Ñu-, porque el 14 de febrero de 1869 el Mariscal declaró adultos a todo varón de doce años y, por lo tanto, aptos para el combate.-

FUENTE:  Por Vidal Mario *(Historiador. Autor de dos libros sobre la Guerra de la Triple Alianza)

lunes, 9 de noviembre de 2020

Propongo un homenaje a Alexander Solyenitsin

En Resistencia, simpatizantes del comunismo anuncian para este sábado la realización de un acto virtual en memoria del 103 aniversario de la revolución bolchevique que instaló esa ideología en Rusia. 

Con respeto al derecho que cada cual tenga de pensar y opinar sobre esto, expondré la razón por la cual yo no participaría de un acto conmemorativo como éste. No es para que algunos dejen de considerarme amigo. 

Después de todo, como reza un proverbio que viene justamente de Rusia, “el servil es tu enemigo; tu amigo debatirá contigo”. Recordaré la clase de sistema que establecieron los comunistas el 7 de noviembre de 1917, mediante una sublevación armada. 

Disolvió la Asamblea Constituyente, desmembró a la Iglesia, implantó las ejecuciones sin juicio previo, aplastó las huelgas de los obreros, cuando se rebelaron los campesinos cuyas tierras expoliaron los aniquiló de la manera más cruenta, y por si todo eso fuese poco en 1921 redujo a veinte provincias a la famosa hambre del Volga. 

Fue el sistema que instituyó en la historia del mundo los campos de concentración, el primero que en el siglo XX recurrió al método de apresar rehenes, y el que exterminó a todos los partidos con excepción del Partido Comunista. 

No sólo exterminó a los partidos mismos sino también a todos sus afiliados. El comunismo ruso provocó el mayor genocidio de campesinos de la historia: mató a 15 millones de ellos. En tiempos de paz creó artificialmente el hambre colectiva, durante la cual entre los años 1932 y 1933 murieron en Ucrania seis millones de personas. 

El Apocalipsis ruso 

Por culpa de éste sistema cuyo establecimiento algunos celebrarán éste sábado, seis millones de personas murieron en la orilla de Europa, y el mundo ni siquiera se enteró. Durante los 80 años anteriores a la revolución de 1917, en Rusia se ejecutaba a unas 17 personas por año. 

La infame inquisición española, en su apogeo, mataba a no más de 10 herejes por mes. Pero en un libro publicado en 1920 la Cheka (servicio secreto comunista) se vanagloriaba de que entre 1918 y 1919 había ejecutado sin enjuiciamiento previo a más de mil personas por mes. El comunismo estalinista ocasionó la muerte por hambre a más de siete millones de inocentes entre 1932 y 1933, y envió a los gulag (campos de concentración) a otros dos millones entre 1935 y 1940. De éstos, 700.000 fueron fusilados sin juicio previo. 

En 1937 tuvo lugar la denominada Gran Purga, nombre con que pasó a la historia una represión masiva en la que cientos de miles de personas fueron ejecutadas. No se salvaron de morir ejecutados ni siquiera 848 delegados del XVII Congreso del Partido Comunista. 

Tampoco escaparon varios prominentes líderes del Ejército Rojo, que fueron acusados de participar en complots para derrocar al gobierno soviético. Entre 1937 y 1938, al término del terror desatado por Stalin (quien a través de una intensa propaganda se hacía dotar de características sobrenaturales semejantes a las de un dios), el promedio mensual de los fusilamientos era de 40.000 personas. 

Durante esa tenebrosa dictadura, millones de personas fueron enviadas a campos de trabajo del Gulag como castigo, y otros millones deportados a otras zonas remotas de la Unión Soviética. 

La denuncia de Kruschev 

El comunismo ruso lanzó un plan quinquenal de colectivización de las tierras rurales. Los campesinos debían entregar sus tierras, ganados y otros bienes a la colectividad. Los que se negaban a acatar las órdenes del partido eran eliminados de la escena económica. 

Esto hizo que gran parte de los 5 millones de campesinos que habían sido registrados en un censo realizado en 1927 desaparecieran. A los que se resistían se los acusaba de anti socialismo y se los deportaba a campos de trabajo de Siberia, donde muchos murieron. La revolución de 1917 había acabado con el régimen zarista y con los latifundios. La colectivización estalinista de 1929-1930 liquidó la pequeña propiedad familiar. 

Esto generó una hambruna que llenó de muertos de hambre los campos soviéticos, hecho que fue recordado por el propio Nikita Kruschef en un informe sobre Stalin que presentó el 25 de febrero de 1956 ante el XX Congreso del Partido Comunista. 

En uno de los tramos de su documento, Kruschef recordó la siguiente, escalofriante, ésta escena: “Empecé a recibir informes oficiales sobre las muertes por inanición, uno de los cuales hablaba de canibalismo. 

Una cabeza humana y restos de pies se había encontrado debajo de un puente. Al parecer, el cuerpo había sido devorado. Kirichenko me comunicó que fue a una granja colectiva y así describió la escena que vio: “La mujer tenía el cuerpo de su propio hijo sobre una mesa, y lo estaba despedazando. Mientras lo hacía, charlaba sin cesar: “Ya nos hemos comido a Manechka, ahora salaremos a Vanechka. Esto nos mantendrá durante algún tiempo”. ¿Pueden imaginárlo? ¡Esta mujer se había vuelto loca por el hambre, y había descuartizado a sus propios hijos!”. 

Homenaje a Solyenitsin 

En lugar de recordar el aniversario del establecimiento en Rusia de esa letal ideología llamada comunismo, yo propondría que más bien se recuerde a alguien nacido un año después de la revolución, a un hombre que ha llevado una de las más extraordinarias existencias del siglo XX: el escritor Alexander Solyenitsin. 

Fue soldado en el frente ruso durante la segunda guerra mundial, luego prisionero en siniestros campos de trabajos forzados durante ocho años, y finalmente aclamado mundialmente como genio literario y ganador del premio Nobel de Literatura. 

A través de su obra “Archipiélago de Gulag” y otros libros, ayudó a crear en el mundo entero una conciencia global sobre todo aquello que en Rusia hizo el comunismo. En 1975, denunció públicamente que en su país había miles de presos políticos, que a unos 7.000 de ellos se los sometía a tratamiento psiquiátrico obligatorio, y que en los centros psiquiátricos se inyectaba potentes drogas que destruían las neuronas cerebrales de los opositores. 

Un largo camino ha recorrido Rusia desde entonces. Hoy es un país muy diferente al que en 1974 expulsó al escritor con toda su familia. No sólo Solyenitsin ya no está prohibido, sino que hay museos con su nombre y sus obras se estudian, se leen y se debaten. Éste es el hombre que debería ser recordado éste sábado.-

FUENTE: Por Vidal Mario * (Periodista-Escritor-Historiador)

viernes, 30 de octubre de 2020

"Juan E. O´Leary: un ejemplo de cómo canjear principios por dinero y honores"

En abril de 1963, el presidente Stroessner vino a mi pueblo, Itá, a inaugurar una nueva escuela, donada por Enrique Doldán, empresario que también donó relojes para la iglesia, las cuales, cincuenta y siete años después, todavía están allí. 

Asistí a ambos actos como alumno del tercer grado en la escuela “Manuel Gamarra”. Como ésta no tenía edificio propio y funcionaba en una casa de familia, muchos alumnos fueron transferidos al flamante establecimiento, entre ellos yo. 

Pero esto es puramente anecdótico. Lo importante, a los efectos de ésta historia, es que a esa nueva escuela le impusieron el nombre de Juan E. O´Leary, un periodista, escritor e historiador que todavía estaba vivo. Murió seis años después

No hay otro ejemplo en la historia de la literatura paraguaya, como éste caso de Juan E. O´Leary, donde un escritor haya violado tan radicalmente sus principios a cargo de dinero, títulos y honores. 

De tenaz antilopista pasó a ser declarado lopista, vocero del lopismo, paladín de la reivindicación del hombre que primero invadió militarmente al Brasil y seguidamente a la Argentina, hasta terminar arrastrando al pueblo paraguayo hacia una guerra infernal. 

O´Leary era además una suerte de vocero cultural del coloradismo y especialmente, desde 1954, del stronismo, régimen que lo llenó de distinciones y atenciones. Recuerdo dos ejemplos de la consideración gubernamental que se le tenía al “Reivindicador”. 

El 16 de agosto de 1954 fue Perón a Asunción a devolver algunas reliquias de la Guerra de la Triple Alianza y a otorgar a su amigo Stroesner el grado de Oficial de Estado Mayor “honoris causa” del Ejército Argentino. 

En la misma ceremonia, realizada en la Plaza Juan de Zalazar y Espinosa, el presidente argentino le entregó al escritor del que hablamos la Orden al Mérito en Grado de Gran Cruz. El gobierno lo consideraba “el más grande defensor de la heredad nacional y figura venerada por todos los paraguayos”. 

Hasta le hicieron un busto de bronce que fue inaugurado por el mismo Stroesner el 1° de marzo de 1955, en la plaza que está al lado del Oratorio de la Virgen de la Virgen de Asunción y Panteón Nacional de los Héroes. Fue en presencia del propio escritor. O´Leary asistió a la celebración de su propia gloria. 

“No lo perdono” 

O´Leary, nacido en 1879, nueve años después del fin de la guerra, no siempre fue lopista. Al contrario, odiaba intensamente a Francisco Solano López y juraba que su odio sería eterno. Es que ese loco de la guerra había provocado el martirio de su madre, Dolores Urdapilleta Caríssimo, y la muerte de sus medio hermanos, los hijos que Dolores había tenido con su primer marido, Ricardo Jovellanos, un juez también de triste final. De allí venía su odio (que juró sería por toda la eternidad) hacia ese “Nerón americano”. 

Tanto lo odiaba que, evocando a los hermanos que nunca pudo conocer, escribió: “Para tus verdugos y para los verdugos de nuestra patria –perdóname, madre mía- mi odio es eterno. Madre, tu martirio es infinito. Día tras día, a cada momento, aparecen ante tus ojos las sombras de tus hijos, mis hermanos, muertos de hambre en la soledad de la peregrinación. Tú los viste morir. 

Tú presenciaste aquella agonía indescriptible y, después que murieron, tuviste que dejar sus pequeños cuerpos fríos bajo una capa de tierra y una alfombra de flores. ¡Pobres mis hermanos! Yo también los veo en mis sueños; envueltos en nítidas mortajas, flotan en el espacio como blancos angelitos. Ni siquiera ustedes escaparon de la furia de los tiranos y de los Caínes. Algún día, cuando mi canto sea digno de ustedes, enterraré su memoria en la cristalina sepultura de mis versos!. Tú perdonaste al tirano que tan brutalmente te maltrató. Yo no lo perdono. 

Lo olvido. Y en éste día, uno mis lágrimas a los tuyos y con mi alma abrazo a esos pobres mártires, mis hermanitos, muertos de hambre en la soledad del destierro”. 

¿Dónde quedó su odio? 

El triste episodio sobre el que tan emotivamente había escrito no le impidió que escudándose en el seudónimo Pompeyo González, en 1902 empezara a desplegar su talento literario para enaltecer al dictador a quien había declarado odio de por vida. 

El dinero que por sus sucesivas columnas tituladas “Recuerdos de Gloria” le pagaba Enrique Solano López, fundador y propietario del diario Patria e hijo de Francisco Solano López, provocó en él una rara, sorprendente y llamativa amnesia. 

Enterró en su memoria lo sucedido con su madre y sus hermanos muertos por inanición, y empezó a predicar que el único error del padre de su jefe había sido “no haber vencido”, y que su único crimen había sido “amar demasiado a su patria”. 

Su mercenaria pluma terminó convirtiendo a López en “una montaña de patriotismo, nudo de nuestra historia, principio y fin de nuestra epopeya, clave de nuestro pasado, cumbre y cima, aurora y ocaso, resplandor de luz meridiana, encarnación de todas nuestras grandezas morales, y símbolo vivo de todos nuestros dolores”. 

Al principio de su carrera, declaró que el propósito de sus artículos era “exponer a las nuevas generaciones las hazañas de los héroes de la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza”. 

Pero la verdad era otra: lo hacía porque a su patrón, Enrique Solano López, le urgía mejorar la figura de su padre para favorecerlo en un resonante juicio que se ventilaba en tribunales de Buenos Aires y Río de Janeiro por los extensos territorios que reclamaba su madre, Elisa Alicia Lynch, juicio que finalmente perdieron. Juan E. O´Leary murió el 31 de agosto de 1969, a los noventa años. Mi recordada ex escuela y una ciudad del Alto Paraná siguen conservando su nombre. 

FUENTE: *(Periodista-Escritor-Historiador)

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