Sin dudas, el 2.020 no será bien recordado en la historia mundial.
La humanidad fue alcanzada una vez más por una pandemia, esta vez fue el denominado “COVID-19”; el cual provocó el fallecimiento de más de un millón y medio de personas.
En Argentina, con casi 43.000 víctimas fatales, la situación inicialmente fue similar a la mayoría del mundo y hubo un acatamiento total a las normas gubernamentales.
Sin embargo, esto fue modificándose con el correr de los meses y todo ese temor al nuevo virus fue siendo “selectivo”. Las diferencias de criterios que caracteriza a nuestro país resurgieron y la “grieta” volvió a aparecer.
Este “veneno” creado desde hace años por un sector político no permite que millones de argentinos piensen y actúen con raciocinio y sentido común, sino -más bien- estén sujetos a lo que dicten sus líderes políticos o los medios masivos de comunicación. No importa que diga, sino quién lo diga.
Es así que las incongruencias salieron a la luz. Con un presidente que te dice en tono amenazante: “quédate en tu casa porque no podés salir (…) estás poniendo en riesgo la salud de todos los argentinos, y eso es un delito”, mientras -junto a su comitiva- se paseaba por las provincias sacándose selfies con sus partidarios y provocando al menos en el Chaco el contagio de comprovincianos.
Por otro lado, la gente se manifestaba en contra del Gobierno Nacional y recibía reprimendas públicas de Fernández con frases como “me preocupa mucho que haya tontos que no entiendan el riesgo en el que estamos” y sin embargo, había silencio de radio cuando las movilizaciones eran de los suyos o en su favor.
Estas situaciones se repitieron a lo largo y ancho del país, medidas bajo “la doble vara peronista- kirchnerista” que los caracteriza. Negándote juntarte con tus seres queridos y él sentándose en una mesa con el exiliado ex mandatario boliviano, Evo Morales, en Jujuy (almuerzo que dejó al menos dos altos funcionarios contagiados de COVID-19)
Así, los meses transcurrieron y el año se cierra con marchas y anti-marchas, vigilias masivas pro y anti-aborto, fiestas clandestinas (y no tanto), un velorio masivo y actos partidarios oficialistas.
Un difícil 2.020 que no sirvió para acercar a los argentinos ni siquiera ante este alarmante drama sanitario mundial, sino que evidenció el odio, la intolerancia, la ignorancia, el egoísmo, la falta de empatía y tantos otros defectos que nos provoca la estúpida “grieta política”.
Un mal que padece el país, del que parece no poder salir y que se convirtió evidentemente en la verdadera pandemia nacional.-
FUENTE: Jessica GonzálezProsecretaria Comité ProvincialUCR CHACO