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SANITARIOS TARAGUI

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lunes, 23 de noviembre de 2020

FUERTES DEFINICIONES EN EL DIÁLOGO ENTRE LOS ESCRITORES CEFERINO REATO Y VIDAL MARIO

En el marco de un imperdible diálogo entre los escritores Ceferino Reato y Vidal Mario, con fuertes definiciones de parte de ambos, desde Editorial de la Paz de Resistencia se presentó el nuevo libro del último de los nombrados, “Los 70 (La Década que Siempre Vuelve”).

Transmitido por medios virtuales, el diálogo incluyó las siguientes declaraciones de Ceferino Reato:

“Los montoneros afincados en Resistencia participaron muy activamente en la organización y en el ataque al cuartel de Formosa, el 5 de octubre de 1975, durante el gobierno constitucional de Isabel Perón. Aquel domingo murieron 24 jóvenes en el cuartel, en un combate franco, entre montoneros y soldados. 

Horacio Pietragalla era el jefe de la columna militar de Montoneros en el Nordeste; desde un negocio montado en Resistencia, alquilado al doctor Carlos Díaz, fue uno de los organizadores del intento de copamiento. Casualmente, es el padre del actual Secretario de Derechos Humanos de la Nación”.

“Los guerrilleros no defendían la democracia ni los derechos humanos. Luchaban, mataban y morían por imponer la revolución socialista. ¿Qué era eso?: el paso violento a una sociedad sin clases para lo cual, antes, había que ir a una dictadura del proletariado. En ese régimen, se destruiría a la burguesía. En los hechos, esas revoluciones se quedaron en dictaduras en nombre del proletariado, como sucedió en la Unión Soviética y Cuba”.

“No soy negacionista, por el contrario, soy muy afirmacioncita. Afirmo que el terrorismo de Estado de la dictadura dejó miles de víctimas, y también afirmo que los guerrilleros mataron a 1094 personas entre 1969 y 1979. 

En once años nuestros guerrilleros mataron a 230 personas más que los terroristas vascos de ETA”.

“No se puede equiparar el terrorismo de Estado a la acción de los grupos guerrilleros. No hubo dos demonios. La represión ilegal de la dictadura fue mucho peor”.

“Sobre la cantidad de víctimas de la dictadura no discuto cifras testimoniales o simbólicas. Me atengo a las cifras oficiales recopiladas por el Estado nacional y difundidas en 2015, durante el gobierno de Cristina: 6.348 desaparecidos, y 952 muertos. Total: 7.300 personas. Si a alguien le parece que son pocas, ya saben dónde tienen que quejarse: en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación”.

“Los dirigentes de La Cámpora se reconocen como hijos de los 70. Yo diría que son hijos pasteurizados de los 70: afortunadamente ya no hay violencia y su objetivo es mucho más módico”.


Vidal Mario y la memoria

A su vez, el escritor e historiador chaqueño Vidal Mario aportó al diálogo las siguientes definiciones:

“Ni Reato ni yo somos negacionista sino militantes de la teoría de las dos memorias. Defendemos el interés de la verdad y abogamos por una memoria que sea completa, porque si la memoria no es completa, no es memoria, es un fraude”.

“Tanto a nivel nacional como provincial, las autodenominadas comisiones de la memoria traicionan la historia. Usan la memoria como herramienta política. 

Eso y no otra cosa es en Buenos Aires el Parque de la Memoria y, en Resistencia, la Comisión Provincial de la Memoria. Son herramientas políticas, son perversiones de la historia”. 

“La Comisión de la Memoria del Chaco nunca estuvo ni está conducida por personas políticamente imparciales y objetivas sino por nostálgicos ex militantes montoneros. Ello invalidó e invalida a dicho organismo, sostenido por el Estado provincial, como instrumento útil para conocer la verdad. Al limitarse solamente a lo que ocurrió entre 1976 a 1983, le hacen un flaco favor a la memoria, a la historia y a la sociedad”

“Es cierto y verdadero lo que dicen en el sentido de que con apoyo legal los militares desplegaron y desarrollaron una cruel e innecesaria maldad en su enfrentamiento con la subversión. Pero no se puede enfocar la memoria sólo en los hechos ocurridos desde 1976; todos los años de la década del 70 fueron años de plomo y de sangre”.

“En el Chaco, en 1974 fueron capturados unos treinta subversivos; en 1975, otros tantos. En marzo de 1976, días antes del golpe, cayeron otros más cuando, como ya lo habían hecho el año anterior en Formosa, quisieron copar también el regimiento de Resistencia. 

Sabiendo que fueron capturados durante un gobierno constitucional, representado en el Chaco por el gobernador Deolindo Felipe Bittel, y puestos en manos de jueces constitucionales, se hacen llamar “víctimas del Terrorismo de Estado”. Lo hacen tal vez porque la chapa de héroe queda bien, o para justificar las suculentas indemnizaciones que algunos cobraron”.

“Lo veo a éste libro como un expediente de los crímenes cometidos en los años 70 en la Argentina. Aquí, Reato no busca favorecer a los guerrilleros o a los militares. Se limita a contar los hechos como fueron, no como fueron inventados. 

Lo veo como una información rigurosa sobre un tiempo en que Argentina vio desfilar tres patrias: una socialista que nunca llegó a nacer, una peronista que se hizo añicos en poco tiempo, y una militar cuyos horrores aún siguen estremeciendo”.-

sábado, 5 de septiembre de 2020

El ex presidente al que la Iglesia no quería enterrar

Hoy se cumplen 153 años del fallecimiento, en la capital de Corrientes, de Santiago Derqui, segundo presidente de la Nación Argentina y primero en gobernar la Confederación Argentina y la provincia de Buenos Aires, ya unidas como Nación. 

Murió el 5 de septiembre de 1867 a los 58 años, y su cadáver estuvo sin ser sepultado casi tres días. 

Derqui ostentaba (como Mitre, Sarmiento, Roque Pérez, Gelly y Obes, entre otros) el Grado 33 del Gran Oriente Argentino de la Masonería. 

Por eso algunos dicen que debido a su condición de masón la Iglesia se negó a darle cristiana sepultura. 

En realidad, fue por una vieja excomunión que pesaba sobre éste cordobés afincado en Corrientes, excomunión debida a cuestiones que nada tenían que ver con la masonería. 

Fue por un pleito judicial que se había desarrollado treinta y tres años atrás entre el gobierno de Córdoba y el obispo de la capital de esa provincia, monseñor Benito Lascano. 

El lío se armó cuando el obispo sancionó a un cura llamado Agustín Tissera, y éste apeló ante el gobierno civil. Para entender en la causa, el gobernador Reynafé designó jueces “ad hoc” a los abogados Santiago Derqui y José Roque Funes, quienes dictaminaron que la pena al sacerdote había sido impuesta sin observar las reglas más elementales de la defensa. 

La Legislatura provincial destituyó y desterró al obispo no solamente por desconocer la autoridad laica sino también “por atentar contra las autoridades supremas del Estado y por su constante infracción de leyes fundamentales”. 

Monseñor Lascano se refugió en Corrientes. La Iglesia replicó excomulgando a todos los jueces de la Cámara en lo civil y penal de Córdoba, a Derqui, a Funes e incluso al defensor del cura Tissera, Antonio Ortíz del Valle. La excomunión era “por usurpadores, perseguidores y perturbadores de nuestra jurisdicción eclesiástica”. 

Según el protocolo de la excomunión, los sacerdotes debían “evitarlos de las horas canónicas y oficios divinos”, hasta el dictado de una nueva resolución. 

Más de treinta años después aquella excomunión seguía vigente, y fue la razón por la que tardaron tanto en enterrar al ex presidente. Después vino la reivindicación eclesiástica, y desde entonces sus restos descansan en la iglesia de la Santa Cruz de los Milagros, dentro de en una urna de rica madera. 

Derqui había sido docente universitario, juez, periodista, diputado provincial en su Córdoba natal, diputado al Congreso Constituyente en 1853, ministro del presidente Urquiza y, por último, entre 1860 a 1861, primer magistrado de la Nación. 

Vencido por Mitre 

El principio del fin de su mandato presidencial sobrevino con la batalla de Pavón (17 de septiembre de 1861) en la que por una deserción de Urquiza fue vencido por las tropas de Mitre. 

El país entró en un caos político infernal que hicieron insostenible su situación, y en procura de la pacificación de los argentinos consideró que debía abandonar el poder. No renunció y tampoco difundió los motivos de su alejamiento. Simplemente se fue dejando el 5 de noviembre de 1861 ésta nota al vicepresidente Pedernera: 

“He llegado a convencerme de que mi presencia al frente de la Administración Nacional se toma como un obstáculo para el arreglo de la actual situación de la República, tan dañosa ya al honor y a los intereses de ella. 

He resuelto, pues, separarme de ella”. Tomó el vapor de guerra británico “Ardent” y se exilió en Montevideo. En 1863 reapareció en Corrientes, donde vivían su mujer Modesta Cossio y Lagraña y sus hijas Josefina, Modesta y Dolores. Tenía también dos hijos varones (Simón y Manuel), que estudiaban en el extranjero. Simón, a poco de recibirse de abogado se radicó en París, donde murió prematuramente. 

El otro, Manuel, en 1877 fundó el Partido Autonomista de Corrientes. Lejos de ser recibido con bombos y platillos, Derqui fue notificado por el gobernador Lagraña (pariente cercano de su esposa) que “debe constituirse en prisión para ser juzgado”. 

No le quedó más remedio que re emprender el camino del destierro. Otra vez en Montevideo, vivía en una pobreza tan extrema que el 27 de junio de 1864 el canciller argentino Rufino Elizalde escribió lo siguiente al presidente Mitre: “Derqui está viviendo en la fonda, de limosna, y ya son muchos meses sin tener con qué pagar. 

Dadas las cosas y los antecedentes de usted para con él, esto no puede ser, no es decoroso. Estamos predicando concordia, pero no la hacemos. 

Urquiza es más responsable que Derqui. La miseria en que éste vive prueba que si fue desordenado no hubo sin embargo fraude en su Administración de que se aprovechase. Me parece que usted debe dejarle ir a Corrientes, y aún mandarle algo. 

Sería un acto de generosidad, y entonces yo iría a verlo, pues él no sale de su cuarto y no lo he visto”.  
La invasión paraguaya 

Mitre, que le debía a Derqui su grado de brigadier general de la Nación conferido en 1860, le hizo caso a su canciller, permitiendo a Derqui radicarse en Corrientes. Aquí pronto empezó a ganar dinero con su profesión de abogado, y se compró una chacra. 

Pero la suerte de la paz personal le seguía siendo esquiva. A cinco meses de llegar a Corrientes, el dictador paraguayo Francisco Solano López invadió el Brasil y conquistó varias ciudades de la región del Matto Grosso. 

Luego, el 13 de abril de 1865, invadió también Corrientes, dando inicio a la Guerra de la Triple Alianza. Los paraguayos pudieron sostenerse en Corrientes sólo dos meses porque fueron expulsados luego de su derrota en la batalla naval de Riachuelo, el 11 de junio de 1865. 

En su retirada, los invasores dejaron tras sí un cuadro de rapiña y desolación del que no escapó la chacra de Derqui. El 26 de enero de 1866, le escribió a uno de sus hijos: 

“En Santa Catalina (así se llamaba la chacra) sólo ha quedado la casa, y ésa sin puertas, pues las rompieron para sacar las cerraduras y tranquillas, que es hasta dónde puede llegar la ratería de los tales paraguayos. 

Hicieron pedazos todos los muebles que encontraron, incluso las cajas de fierro y los marcos de los cuadros, cuyas láminas llevaron. 

No dejaron un solo animal, ni los petisos de las niñitas. Sólo han quedado once lecheras y siete bueyes que se les volvieron del arreo que llevaban, buscando la querencia”. 

Derqui no vio el fin de la guerra porque falleció tres años antes. Murió en Corrientes, en la misma ciudad donde muchos años antes había trabajado con el general Paz para construir una Nación que estuviera dentro del marco constitucional.-

FUENTE: Por Vidal Mario - Escritor & Periodista

lunes, 31 de agosto de 2020

"Con críticas a Obligado y elogios a Duca: Vidal Mario presentó otra edición de Napalpí"

Vidal Mario presentó otra edición de “Napalpí, la herida abierta”

Vidal Mario presentó la quinta edición de su libro “Napalpí, la herida abierta”, (Editorial Librería de la Paz), ocasión en que se refirió a algunos episodios vinculados al mundo aborigen ocurridos durante las gestiones de Manuel Obligado, Anselmo Zoilo Duca y el presidente paraguayo Carlos Antonio López.

El acto se desarrolló en la sede de la mencionada editorial, en forma de entrevista al escritor de parte de Lautaro Quirós, director de Cultura de la Municipalidad de Resistencia.

“En el norte argentino, los remingston, los máuser y los winchester marcaron el fin del mundo indígena y el coronel Manuel Obligado fue uno de los exterminadores de indios que se negaban a someterse”, aseguró el autor durante la entrevista.

Apuntó que “Obligado, primo del poeta Rafael Obligado, nunca fue gobernador en el sentido que hoy le damos a ese término porque el Chaco era sólo un departamento del Ministerio del Interior de la Nación. 

Se le llama gobernador porque los territorios nacionales eran también denominados gobernaciones; en realidad él era comandante en jefe de las fuerzas de ocupación militar del Chaco”, aclaró.

Afirmó que “todo valía, no había códigos en aquella guerra contra el indio” y que “Manuel Obligado, cuyo nombre sigue llevando el salón auditorio de nuestra Casa de Gobierno, tampoco los tenía”.

Recordó que el 19 de agosto de 1885 Obligado emitió el decreto N° 5 de creación de dos regimientos de Caballería integrados exclusivamente por indígenas, y los mandó a atacar las tolderías de su propia gente”.

“La verdad –concluyó- es que Obligado estaba imbuido de los más severos principios del deber militar, consideraba enemigos a los indios reacios a someterse y los trataba como enemigos, aunque sus discursos y cartas dijeran lo contrario”.

La gran contribución de Duca

En contraposición con Obligado, Centeno y otros, Mario destacó “la gran contribución” del gobernador Anselmo Zoilo Duca en procura de mejorar la crítica situación del aborigen.

A su juicio, desde el punto de vista social y reivindicativo el aporte más relevante de Duca fue la organización de la Primera Asamblea Indigenista Chaqueña que se realizó durante los días 1,2 y 3 de agosto del año 1958 en la Universidad Popular de Resistencia, bajo la presidencia del historiador Carlos López Piacentini.

Mario calificó a aquel relevante acontecimiento de “punto de inflexión en la evolución de la política indigenista en el Chaco, porque Duca entendía que la raíz del problema aborigen era la educación e impuso su pensamiento en dicha asamblea”.

Destacó a continuación que dicho encuentro se realizar bajo la advocación de Enrique Lynch Arribálzaga, creador de la Reducción de Napalpí y propulsor de otras acciones en favor del aborigen.

El autor pasó revista, seguidamente, a otros hitos sumamente beneficiosos para los aborígenes, como la creación a principios de los años 60 del Barrio Toba de Resistencia, la constitución en 1962 del Coro Chelaalapi, la fundación en 1963 de la Asociación Amigos del Aborigen de Quitilipi, y la sanción en 1987 de la Ley del Aborigen.

Ofreció, a continuación, anécdotas ligadas al universo indígena, entre ellas que a fines de los años 50 López Piacentini dirigía una revista dedicada a reclamar reivindicaciones para el aborigen y que el nombre de la publicación era, precisamente, Reivindicación.

Resaltó además la figura y las obras de otros importantes indigenistas del pasado como el citado Lynch Arribálzaga, el doctor Aníbal Burlli, René Sotelo y la señora Inés García de Márquez.

Atropello a aborígenes paraguayos

El escritor recordó finalmente un “bochornoso episodio de la historia de mi país natal: el compulsivo apropiamiento de inmensas extensiones de tierras indígenas por parte del Estado paraguayo en 1843 y en 1848”.

A través de dos decretos, dijo, “el presidente Carlos Antonio López literalmente les robó sus tierras a los aborígenes que vivían en el Departamento Oriental del Paraguay”.

Explicó que el traspaso de propiedades aborígenes al Estado se dio a través de un decreto dictado el 26 de noviembre de 1843 y de otro decreto similar emitido el 7 de octubre de 1848.

Dichas disposiciones abarcaron, precisó, a tierras de aborígenes de Itá, Yaguarón, Ypané, Guarambaré, Atyrá, Altos, Yutÿ, Santa María de la Fe, Santa Rosa, San Ignacio, Santiago Cosme, Trinidad, Jesús y Carmen de Paraná, entre otras poblaciones.

Explicó que “los López dividieron a los pobladores de esos pueblos en capaces e incapaces de ser propietarios” y que “como los indios y mestizos eran supuestamente incapaces de ser propietarios todas sus tierras pasaron a manos del Estado”.

Señaló que a esos mismos indios el Gobierno les concedió categoría de “ciudadanos de la patria”.

“¿De qué podía servirles eso si ahora debían trabajar para otros las tierras que habían sido suyas, si se les hablaba de libertad pero se les negaba libertad hasta el extremo de negarles el derecho a la tierra, que para ellos era la vida misma?”, concluyó Vidal Mario.-

FUENTE: Vidal Mario - Periodista & Escritor Chaqueño

lunes, 13 de julio de 2020

LA TRÁGICA HISTORIA DE OTRA PESTE, EN 1924

En marzo del año 1924 (cuatro meses antes de producirse la también trágica historia de Napalpí), un diario de la época pintó una escena que en los días que corren lamentablemente se está repitiendo no solamente aquí sino en el mundo entero:

“Es muy duro y muy cruel que seres que se han visto dos días antes llenos de salud y de alegría perezcan repentinamente, azotados por las malditas epidemias. 

La bubónica pulmonar ha hecho su aparición en Vicentini, devastando traicioneramente un hogar donde hasta hace muy pocos días reinaba la felicidad. Es éste el de los Cimbaro Canella, antiguos y apreciados vecinos que cooperaron entusiastamente en los trabajos del progreso del Territorio Nacional del Chaco”.

Se refería a lo ocurrido con dos familias que compartían una inmensa casa de Puerto Vicentini, la cual a raíz de una peste de pronto se convirtió en una verdadera Casa del Horror.

Hace diecisiete años (2003), recibí un testimonio directo de aquel escalofriante drama. Me lo suministró uno de sus protagonistas, Feno Fermín Címbaro Canella. 

Al momento de recibirme en su casa de Vicentini, una antigua construcción que ahora debe tener casi 140 años, don Feno ya andaba por los 82 años de edad.

Él me contó ésta historia que de no haber sido tan dolorosamente real parecería haber sido extraída de una novela de suspenso.

También fueron días de angustia para las localidades vecinas Puerto Tirol y Fontana. Ésta fue la historia que me contó aquel nieto directo de abuelos gringos:

El detonante: una rata

“Esta casa fue el escenario del drama. En éste lugar donde nací y donde vivo, mi familia fue martirizada con diez días de terror. En sus habitaciones, mis familiares y otras personas que estaban de visita quedaron atrapadas. 

Había un cerco de policías, del cual solamente un peón de apellido Duarte pudo escapar a los tiros. Mi gente iba muriendo una por una, y se prendió fuego a todo lo que había en la casa.

El doctor Julio C. Perrando, inocentemente, sin saberlo, trajo la muerte a esta casa.

Todo comenzó cuando mi hermano Clorindo fue a hacer un trabajo en el almacén que mi tío Antonio Címbaro Canella tenía en la localidad de Puerto Tirol.

Sacó una rata muerta de un depósito y a las pocas horas ya estaba enfermo. Mi mamá fue a cuidarlo y lo llamaron al doctor Julio C. Perrando. En aquel tiempo había que hacer mucho sacrificio para desplazarse de Resistencia a Puerto Tirol y viceversa. Por ese motivo, el doctor Perrando sugirió que al enfermo lo trajeran con nosotros. 

Le quedaba más cerca. Entonces mi hermano vino a casa y, con él, la peste.

Clorindo tenía sólo 16 años, y murió en ésta casa a los dos o tres días de enfermarse. Al día siguiente del entierro se enfermaron papá y mamá. Después mi hermana Aurora, de 19 años. Otra vez vino el doctor Perrando, en plena madrugada, a revisarlos. 

Mis padres y mi hermana escupían sangre. Les estaba pasando lo mismo que a mi hermano Clorindo. Esa misma mañana pidió una junta médica y se confirmó lo que temía: estábamos siendo atacados por la peste bubónica.

Se expande la peste

En ésta casa vivían dos familias y éramos ocho chicos en total. “Que todos los niños suban a esos dos sulquies y disparen con lo puesto”, ordenó el doctor Perrando. Mi hermano Aldo estaba trabajando en la chacra y de allí salió tras nuestro, a todo galope, a caballo. 

Fuimos a Puerto Tirol. Mi hermano mayor, Humberto, quedó encerrado dentro del cordón sanitario dispuesto por la junta médica.

La cuestión es que mi gente iba muriendo uno tras otro. Mi hermano Clorindo murió el 19 de marzo de 1924. El siguiente día 25 a las 10:20 falleció Aurora. A las 11 le tocó el turno a mi papá, de 45 años. A las seis de la tarde también se fue mi mamá, de 39 años. Al día siguiente cayeron enfermas mis tías Olivia y Ernesta, hermanas de mi madre. 

Un día después el mal atacó a Francisco Bergagno y a José Dellamea. Los cuatro murieron entre el 31 de marzo y el 1 de abril.

Los sanos fueron confinados a un rancho de barro que estaba al fondo. Allí fueron a parar mi abuela, Catalina Blazutto, un peón de apellido Duarte y mi tío José Címbaro Canella. Allí mi tío José también se enfermó y murió. 

A los dos sobrevivientes (mi abuela y el peón Duarte) fueron trasladados a otro ranchito, de donde Duarte se escapó tiroteándose con los policías.

Todo lo que había en la casa, incluido un enorme almacén, fue quemado y enterrado. La aclaración de que sólo había que destruir lo utilizado por los fallecidos llegó demasiado tarde. 

Recuerdos, muebles, objetos de valor y hasta joyas fueron consumidos por el fuego. Grandes arcones llenos de cosas de las dos familias que vivían en esta amplia casa fueron destruidos por el fuego y enterrados. 

En esos días era directora de la Escuela 6 una francesa. Había ido a Francia de vacaciones y dejó sus pertenencias en ésta casa. También fueron a parar a la hoguera. La gente que hoy pasa por aquí ni se imagina que ésta casa donde ahora vivimos solos mi esposa Ernesta y yo, en esos días fue una casa del horror.

Una historia de amor

En medio de la tragedia, hubo una hermosa historia de amor. Resultó que Mi hermana Aurora estaba de novia con un joven llamado Luís Piccilli. Había fijado, para su casamiento, el mes de julio. Justo cuando él estaba aquí en una de sus visitas de novio se desencadenó el drama. Se cerró el cerco sanitario en torno de ésta casa y también quedó atrapado. Nada le impedía, si quería, escaparse aprovechando las sombras de la noche. 

Pero su novia también estaba enferma y decidió quedarse a compartir su suerte. Se quedó con ella hasta su muerte. Así que casamiento nunca pudo ser. Años después Piccilli tuvo otro amor, otra esposa. Es el padre de Hernán Piccilli, quien fue intendente de Resistencia.

Todos los que murieron fueron enterrados en un potrero, acá cerca. En 1949, cuando ya habían pasado 25 años, los Bergagno y los Dellamea desenterraron a los suyos y los llevaron al cementerio de Puerto Tirol. 

En el año 1970 asistí a la excavación para desenterrar el cuerpo de mi tío José. Estaba boca abajo. Evidentemente no lo quisieron tocar. Quedó así, tal como cayó en la fosa, durante 46 años”.-

FUENTE: Vidal Mario * (Periodista-Historiador)

martes, 7 de enero de 2020

Napalpí: ya no es hora de testimonios irrelevantes

El fiscal federal Federico Carniel entrevistó a Felipa Lalecori, de 90 años, hija de un supuesto sobreviviente de la masacre de Napalpí. 

Fue con el objetivo de añadir su relato a la causa que al respecto tramita el Juzgado Federal de Resistencia. 

La anciana basó su testimonio en lo que dice haberle transmitido su padre. Aunque sus dichos “forman parte de la tradición oral” fueron calificados de “muy importantes”. 

Hace 96 años que testimonios de esta clase vienen corriendo como agua de manantial. Muchos son de carácter fundamental por provenir de personas moral e intelectualmente intachables, además de ser personalidades contemporáneas del hecho. 

A casi un siglo del episodio, ya no hace falta inventar sobrevivientes ni recoger testimonios irrelevantes. Ya es hora de justicia. 

No se entiende por qué la Fiscalía Federal local se empeña en llevar adelante una “investigación”. Porque los hechos relacionados con esa matanza de aborígenes ya son de conocimiento público desde hace décadas, con más profundidad desde el año 1998. 

Acta de fiscales Funcionarios del Ministerio Público Fiscal suscribieron un “acta de apertura de la investigación”. Según informes periodísticos, lleva la firma de los fiscales generales Federico Carniel y Carlos Amad, el fiscal federal Patricio Sabadini, y el fiscal ad hoc Diego Vigay. 

Argumentan que “el objeto de la investigación es establecer el por qué, cómo y cuándo se consumaron los hechos”.

Estas tres cuestiones ya fueron esclarecidas y explicadas en el libro “Napalpí, la herida abierta”. Los fiscales quieren saber “quiénes son los máximos responsables y cuál es el origen y las motivaciones económicas, políticas y sociales que han conducido a su ejecución”. 

Estos puntos también ya fueron debidamente revelados y explicados con nombres y apellidos y abundancia de datos en el libro “Napalpí, la herida abierta”. 

Otro objeto de la investigación es, dicen, “que se conozca públicamente el contenido integral de esta historia de horror”. Desde 1998, año de la publicación de la primera edición de “Napalpí, la herida abierta”, la sociedad conoce pública e integralmente el contenido de esta historia. 

Además se busca, alegan, “la difusión pública y completa de la verdad de los crímenes perpetrados”. La difusión pública y completa de la verdad sobre ese crimen contra los aborígenes chaqueños ya ha sido revelada por el libro “Napalpí, la herida abierta”. 

Dignificar a las víctimas Finalmente, el Acta consigna que otra de las pretensiones de la investigación en curso es el “reconocimiento social y dignificación de las víctimas de Napalpí”. Justamente son esos dos derechos los que desde hace 96 años se espera de la justicia federal. 

Ese reconocimiento social y esa dignificación son las aún impagas deudas de la justicia argentina con las víctimas de Napalpí.-


FUENTE: *(Historiador) - Vidal Mario*

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