Por resolución de 217 obispos
Hace 1.692 años, 217 obispos católicos resolvieron que Jesús es Dios. Fue en Nicea, durante un concilio convocado por el emperador romano Constantino.
Decisión inentendible, habida cuenta que ni siquiera la Biblia avala tal pretensión.
Los evangelistas Marcos y Juan ignoran olímpicamente la concepción virginal de María. Sólo hay una explicación posible para tal olvido: no lo creyeron.
El propio Jesús nunca se refirió a sí mismo como hombre nacido de una virgen.
Sí lo mencionó el médico Lucas, uno que jamás conoció a Jesús. Era una suerte de periodista al servicio de Saulo de Tarso, más conocido como apóstol Pablo.
El otro que habla de nacimiento virginal es Mateo, quien escribió su libro en Egipto unos cincuenta años después de la desaparición del famoso galileo.
En la antigüedad, abundaban en casi todas las culturas las leyendas de anunciaciones a vírgenes o ancianas estériles de que serían madres de grandes personajes.
Hasta los judíos ofrecieron tres leyendas de nacimientos divinos: Isaac, Sansón y Samuel.
En cuanto al mundo pagano, la lista es larga. El más conocido, el que impactó en el cristianismo, fue el dios persa Mitra, nacido de una virgen adolescente llamada Anahita y cuyo nacimiento se celebraba cada 25 de diciembre.
China, Japón, Irlanda, India, Grecia, Persia y Egipto tenían sus respectivas leyendas de niños-Dios.
En Egipto aún se lee en las ruinas del templo de Luxor el mensaje de Thot anunciando a la reina Maud su futura maternidad por la gracia de Amón, el Dios-sol.
Los fundadores de dinastías de Asia oriental eran presentados como nacidos de virgen. Consecuentemente, eran considerados hijos del cielo, es decir, de Dios.
Mitra y Jesús
Un siglo antes de Jesús, Pompeyo se hizo famoso por sus campañas bélicas. De Persia, hoy Irán, trajo el culto de Mitra, que se extendió por todo el imperio romano.
Creían que Mitra nació de una virgen un 25 de diciembre, que fue adorado por pastores y magos, que fue perseguido, que hizo milagros, que lo mataron, y que resucitó al tercer día.
Siglos después, cuando Constantino fundó la actual Iglesia Católica Apostólica Romana, se pasó a Jesús toda la historia de Mitra, inclusive su supuesta fecha de nacimiento.
Esto sucedió en el año 325 d.C, en el marco del Concilio de Nicea convocado por aquel emperador pagano, hijo de la princesa inglesa hoy conocida como Santa Elena.
Por 217 votos a favor y 3 en contra, quedó establecida para siempre la divinidad de Jesús.
Los tres que votaron en contra, entre ellos el obispo Arrio, líder de la línea interna católica arrianismo, fueron exiliados.
La decisión que convirtió a Jesús en Dios provocó un terremoto teológico. Quienes sostenían que Jesús era hijo de Dios pero no Dios se fueron de la Iglesia.
Recién empezaba su marcha la Iglesia y por la cuestión de la divinidad de Jesús ya tenía su primer cisma.
Algún teólogo debería explicar por qué esos obispos decidieron que Jesús es Dios, cuando en ningún lado de los Evangelios está presente tal pretensión.
En los Evangelios no hay ninguna prueba de que Jesús haya querido ser venerado como Dios.
126 años después de Nicea, la discusión seguía. En el año 451, el emperador Marciano y el papa san León decidieron liquidar el pleito, con otro Concilio.
Éste deliberó en Calcedonia, cerca de Constantinopla. 680 obispos se juntaron en la basílica de Santa Eufemia para confirmar que Jesús era Dios como su Padre.
La resolución emitida, a la que se dio carácter de inspirada por el Espíritu Santo, establecía:
?Confesamos un solo y mismo hijo, nuestro Señor Jesucristo, perfecto en su divinidad y perfecto en su humanidad, verdaderamente Dios y verdaderamente hombre?.
La Iglesia Copta de Egipto, cuya fundación se atribuye al evangelista Marcos, no lo aceptó y se separó para siempre de la de Roma. Su actual Papa se llama Ibrahim Isaac Sidrak.
Desde este Concilio, la victoria del Jesús de la fe sobre el Jesús de la historia quedó definitivamente sellada.
Desde entonces el mito de que Jesús es Dios es verdad aceptada por el mundo cristiano.
También los tibetanos
El budismo, el confucianismo, el taoísmo y el cristianismo están marcados por un sello común: que son creación de un ?hijo del cielo? encarnado por ingreso directo de Dios al vientre de una joven virgen especialmente escogida.
La presencia de esta leyenda en todas esas creencias es tan sorprendente que el sacerdote orientalista Agostino Giorgi, tras un viaje al Tibet en 1742, relató:
?Cuando observé que éste pueblo ya poseía un dios bajado del cielo, nacido de una virgen de familia real y muerto para redimir al género humano, mi alma se turbó y permaneció muy confuso.
Los tibetanos contestaron los ofrecimientos de los misioneros de convertirse al cristianismo diciendo: ¿para qué, si ya tenemos unas creencias idénticas a las vuestras y, además las nuestras son mucho más antiguas.-
FUENTE: Vidal Mario
