Con motivo de conmemorarse hoy 96 años de los sucesos de Napalpí, el historiador Vidal Mario exhortó a las autoridades políticas a “no olvidar al gran olvidado de la masacre, Pedro Maidana”, líder de la rebelión aborigen de 1924.
El escritor, que escribió tres libros sobre dicho episodio, difundió al respecto la siguiente nota: “Tras la matanza, las orejas y testículos de ese jefe mocoví fueron a parar a un frasco, en la comisaría de Quitilipi.
De tal forma pagó su osadía de reclamar mejoras para su gente.
Trabajaba como hachero en los bosques de Napalpí cuando se puso al frente de las protestas de los aborígenes, agobiados y angustiados por injustas medidas como el impedimento de salir del territorio chaqueño para ir fuera a buscar mejores horizontes.
Realmente pagó cara su sublevación contra el gobernador Centeno: lo mataron y mutilaron su cuerpo. La policía exhibió en un frasco esas partes de su cuerpo retaceado.
A pesar de su heroico y triste final, nadie lo recuerda. Aunque sea una modesta calle de Machagai, de Quitilipi o de la propia Colonia Aborigen debería llevar su nombre.
Él, que sabía leer y escribir, procuró solucionar el conflicto a través del diálogo. Buscó parlamentar. Ésta nota que mandó a Centeno comprueba su vocación dialoguista:
“Che gobernador. Todos somos uno mismo. Usted, yo, los árboles que nos dan sombra, que nos dan frutos y maderas; los pájaros que nos cantan, las nubes del cielo, los vientos y los ríos que nos dan agua.
Todos pertenecemos al mismo Quadta’a (Padre) y al mismo comienzo de las cosas. Queremos parlamentar, pero no traigan los winchester. Pedro Maidana, Persona Jefe”.
Centeno aceptó y el encuentro tuvo lugar en terreno neutral. No hubo acuerdo. Es que el gobernador tenía sus propios intereses, el suyo y el de algunos colonos blancos. El sábado 19 de julio de 1924, Pedro Maidana fue una de las primeras víctimas de la balacera.
Después cayeron sus hijos, quienes al principio habían logrado escapar, ganando los montes. Pero días después ellos fueron sorprendidos por una patrulla a la orden de un oficial de apellido Atis, o Atti.
Cuando el piquete llegó a donde se encontraban, las dos mujeres que estaban con ellos (una de las cuales era la madre de los muchachos y esposa de Maidana) se ocultaron entre unos ramajes. Desde allí, vieron lo que les hicieron.
La esposa de Maidana declaró después que puestos de rodillas las víctimas imploraban que no los matasen. Pero no fueron perdonados. Fueron ultimados a balazos.
El 6 de enero de 1937 (trece años después de todo esto) “El Territorio” denunció que algunos de los ejecutores caminaban tranquilamente por las calles de Resistencia.
El artículo decía: “Ocurrió hace no muchos años. Porque pedían a los que los explotaban mejor trato y más pan, se masacró a hombres, mujeres y niños. Policías cobardes portando armas largas, impune y criminalmente balearon las tolderías, despanzurraron a las madres embarazadas, y degollaron a los niños. Todavía se pasean por nuestra ciudad algunos de esos asesinos de indios hambrientos e indefensos”.
Uno de esos indefensos fue el muy digno, culto y valiente cacique Pedro Maidana.-
FUENTE: Vidal Mario - (Periodista y Historiador Chaqueño)
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