SANITARIOS TARAGUI

sábado, 5 de septiembre de 2020

El ex presidente al que la Iglesia no quería enterrar

Hoy se cumplen 153 años del fallecimiento, en la capital de Corrientes, de Santiago Derqui, segundo presidente de la Nación Argentina y primero en gobernar la Confederación Argentina y la provincia de Buenos Aires, ya unidas como Nación. 

Murió el 5 de septiembre de 1867 a los 58 años, y su cadáver estuvo sin ser sepultado casi tres días. 

Derqui ostentaba (como Mitre, Sarmiento, Roque Pérez, Gelly y Obes, entre otros) el Grado 33 del Gran Oriente Argentino de la Masonería. 

Por eso algunos dicen que debido a su condición de masón la Iglesia se negó a darle cristiana sepultura. 

En realidad, fue por una vieja excomunión que pesaba sobre éste cordobés afincado en Corrientes, excomunión debida a cuestiones que nada tenían que ver con la masonería. 

Fue por un pleito judicial que se había desarrollado treinta y tres años atrás entre el gobierno de Córdoba y el obispo de la capital de esa provincia, monseñor Benito Lascano. 

El lío se armó cuando el obispo sancionó a un cura llamado Agustín Tissera, y éste apeló ante el gobierno civil. Para entender en la causa, el gobernador Reynafé designó jueces “ad hoc” a los abogados Santiago Derqui y José Roque Funes, quienes dictaminaron que la pena al sacerdote había sido impuesta sin observar las reglas más elementales de la defensa. 

La Legislatura provincial destituyó y desterró al obispo no solamente por desconocer la autoridad laica sino también “por atentar contra las autoridades supremas del Estado y por su constante infracción de leyes fundamentales”. 

Monseñor Lascano se refugió en Corrientes. La Iglesia replicó excomulgando a todos los jueces de la Cámara en lo civil y penal de Córdoba, a Derqui, a Funes e incluso al defensor del cura Tissera, Antonio Ortíz del Valle. La excomunión era “por usurpadores, perseguidores y perturbadores de nuestra jurisdicción eclesiástica”. 

Según el protocolo de la excomunión, los sacerdotes debían “evitarlos de las horas canónicas y oficios divinos”, hasta el dictado de una nueva resolución. 

Más de treinta años después aquella excomunión seguía vigente, y fue la razón por la que tardaron tanto en enterrar al ex presidente. Después vino la reivindicación eclesiástica, y desde entonces sus restos descansan en la iglesia de la Santa Cruz de los Milagros, dentro de en una urna de rica madera. 

Derqui había sido docente universitario, juez, periodista, diputado provincial en su Córdoba natal, diputado al Congreso Constituyente en 1853, ministro del presidente Urquiza y, por último, entre 1860 a 1861, primer magistrado de la Nación. 

Vencido por Mitre 

El principio del fin de su mandato presidencial sobrevino con la batalla de Pavón (17 de septiembre de 1861) en la que por una deserción de Urquiza fue vencido por las tropas de Mitre. 

El país entró en un caos político infernal que hicieron insostenible su situación, y en procura de la pacificación de los argentinos consideró que debía abandonar el poder. No renunció y tampoco difundió los motivos de su alejamiento. Simplemente se fue dejando el 5 de noviembre de 1861 ésta nota al vicepresidente Pedernera: 

“He llegado a convencerme de que mi presencia al frente de la Administración Nacional se toma como un obstáculo para el arreglo de la actual situación de la República, tan dañosa ya al honor y a los intereses de ella. 

He resuelto, pues, separarme de ella”. Tomó el vapor de guerra británico “Ardent” y se exilió en Montevideo. En 1863 reapareció en Corrientes, donde vivían su mujer Modesta Cossio y Lagraña y sus hijas Josefina, Modesta y Dolores. Tenía también dos hijos varones (Simón y Manuel), que estudiaban en el extranjero. Simón, a poco de recibirse de abogado se radicó en París, donde murió prematuramente. 

El otro, Manuel, en 1877 fundó el Partido Autonomista de Corrientes. Lejos de ser recibido con bombos y platillos, Derqui fue notificado por el gobernador Lagraña (pariente cercano de su esposa) que “debe constituirse en prisión para ser juzgado”. 

No le quedó más remedio que re emprender el camino del destierro. Otra vez en Montevideo, vivía en una pobreza tan extrema que el 27 de junio de 1864 el canciller argentino Rufino Elizalde escribió lo siguiente al presidente Mitre: “Derqui está viviendo en la fonda, de limosna, y ya son muchos meses sin tener con qué pagar. 

Dadas las cosas y los antecedentes de usted para con él, esto no puede ser, no es decoroso. Estamos predicando concordia, pero no la hacemos. 

Urquiza es más responsable que Derqui. La miseria en que éste vive prueba que si fue desordenado no hubo sin embargo fraude en su Administración de que se aprovechase. Me parece que usted debe dejarle ir a Corrientes, y aún mandarle algo. 

Sería un acto de generosidad, y entonces yo iría a verlo, pues él no sale de su cuarto y no lo he visto”.  
La invasión paraguaya 

Mitre, que le debía a Derqui su grado de brigadier general de la Nación conferido en 1860, le hizo caso a su canciller, permitiendo a Derqui radicarse en Corrientes. Aquí pronto empezó a ganar dinero con su profesión de abogado, y se compró una chacra. 

Pero la suerte de la paz personal le seguía siendo esquiva. A cinco meses de llegar a Corrientes, el dictador paraguayo Francisco Solano López invadió el Brasil y conquistó varias ciudades de la región del Matto Grosso. 

Luego, el 13 de abril de 1865, invadió también Corrientes, dando inicio a la Guerra de la Triple Alianza. Los paraguayos pudieron sostenerse en Corrientes sólo dos meses porque fueron expulsados luego de su derrota en la batalla naval de Riachuelo, el 11 de junio de 1865. 

En su retirada, los invasores dejaron tras sí un cuadro de rapiña y desolación del que no escapó la chacra de Derqui. El 26 de enero de 1866, le escribió a uno de sus hijos: 

“En Santa Catalina (así se llamaba la chacra) sólo ha quedado la casa, y ésa sin puertas, pues las rompieron para sacar las cerraduras y tranquillas, que es hasta dónde puede llegar la ratería de los tales paraguayos. 

Hicieron pedazos todos los muebles que encontraron, incluso las cajas de fierro y los marcos de los cuadros, cuyas láminas llevaron. 

No dejaron un solo animal, ni los petisos de las niñitas. Sólo han quedado once lecheras y siete bueyes que se les volvieron del arreo que llevaban, buscando la querencia”. 

Derqui no vio el fin de la guerra porque falleció tres años antes. Murió en Corrientes, en la misma ciudad donde muchos años antes había trabajado con el general Paz para construir una Nación que estuviera dentro del marco constitucional.-

FUENTE: Por Vidal Mario - Escritor & Periodista

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