Hoy se cumplen 153 años del fallecimiento, en la capital de Corrientes, de
Santiago Derqui, segundo presidente de la Nación Argentina y primero en
gobernar la Confederación Argentina y la provincia de Buenos Aires, ya
unidas como Nación.
Murió el 5 de septiembre de 1867 a los 58 años, y su cadáver estuvo sin ser
sepultado casi tres días.
Derqui ostentaba (como Mitre, Sarmiento, Roque Pérez, Gelly y Obes, entre
otros) el Grado 33 del Gran Oriente Argentino de la Masonería.
Por eso
algunos dicen que debido a su condición de masón la Iglesia se negó a darle
cristiana sepultura.
En realidad, fue por una vieja excomunión que pesaba sobre éste cordobés
afincado en Corrientes, excomunión debida a cuestiones que nada tenían que
ver con la masonería.
Fue por un pleito judicial que se había desarrollado treinta y tres años atrás
entre el gobierno de Córdoba y el obispo de la capital de esa provincia,
monseñor Benito Lascano.
El lío se armó cuando el obispo sancionó a un cura llamado Agustín Tissera, y
éste apeló ante el gobierno civil.
Para entender en la causa, el gobernador Reynafé designó jueces “ad hoc” a
los abogados Santiago Derqui y José Roque Funes, quienes dictaminaron que
la pena al sacerdote había sido impuesta sin observar las reglas más
elementales de la defensa.
La Legislatura provincial destituyó y desterró al obispo no solamente por
desconocer la autoridad laica sino también “por atentar contra las autoridades
supremas del Estado y por su constante infracción de leyes fundamentales”.
Monseñor Lascano se refugió en Corrientes.
La Iglesia replicó excomulgando a todos los jueces de la Cámara en lo civil y
penal de Córdoba, a Derqui, a Funes e incluso al defensor del cura Tissera,
Antonio Ortíz del Valle.
La excomunión era “por usurpadores, perseguidores y perturbadores de
nuestra jurisdicción eclesiástica”.
Según el protocolo de la excomunión, los
sacerdotes debían “evitarlos de las horas canónicas y oficios divinos”, hasta el
dictado de una nueva resolución.
Más de treinta años después aquella excomunión seguía vigente, y fue la razón
por la que tardaron tanto en enterrar al ex presidente.
Después vino la reivindicación eclesiástica, y desde entonces sus restos
descansan en la iglesia de la Santa Cruz de los Milagros, dentro de en una urna
de rica madera.
Derqui había sido docente universitario, juez, periodista, diputado provincial
en su Córdoba natal, diputado al Congreso Constituyente en 1853, ministro
del presidente Urquiza y, por último, entre 1860 a 1861, primer magistrado de
la Nación.
Vencido por Mitre
El principio del fin de su mandato presidencial sobrevino con la batalla de
Pavón (17 de septiembre de 1861) en la que por una deserción de Urquiza fue
vencido por las tropas de Mitre.
El país entró en un caos político infernal que hicieron insostenible su
situación, y en procura de la pacificación de los argentinos consideró que
debía abandonar el poder.
No renunció y tampoco difundió los motivos de su alejamiento. Simplemente
se fue dejando el 5 de noviembre de 1861 ésta nota al vicepresidente
Pedernera:
“He llegado a convencerme de que mi presencia al frente de la
Administración Nacional se toma como un obstáculo para el arreglo de la
actual situación de la República, tan dañosa ya al honor y a los intereses de
ella.
He resuelto, pues, separarme de ella”.
Tomó el vapor de guerra británico “Ardent” y se exilió en Montevideo. En
1863 reapareció en Corrientes, donde vivían su mujer Modesta Cossio y
Lagraña y sus hijas Josefina, Modesta y Dolores.
Tenía también dos hijos varones (Simón y Manuel), que estudiaban en el
extranjero. Simón, a poco de recibirse de abogado se radicó en París, donde
murió prematuramente.
El otro, Manuel, en 1877 fundó el Partido
Autonomista de Corrientes.
Lejos de ser recibido con bombos y platillos, Derqui fue notificado por el
gobernador Lagraña (pariente cercano de su esposa) que “debe constituirse en
prisión para ser juzgado”.
No le quedó más remedio que re emprender el
camino del destierro.
Otra vez en Montevideo, vivía en una pobreza tan extrema que el 27 de junio
de 1864 el canciller argentino Rufino Elizalde escribió lo siguiente al
presidente Mitre:
“Derqui está viviendo en la fonda, de limosna, y ya son muchos meses sin
tener con qué pagar.
Dadas las cosas y los antecedentes de usted para con él,
esto no puede ser, no es decoroso. Estamos predicando concordia, pero no la
hacemos.
Urquiza es más responsable que Derqui. La miseria en que éste vive
prueba que si fue desordenado no hubo sin embargo fraude en su
Administración de que se aprovechase. Me parece que usted debe dejarle ir a
Corrientes, y aún mandarle algo.
Sería un acto de generosidad, y entonces yo
iría a verlo, pues él no sale de su cuarto y no lo he visto”.
La invasión paraguaya
Mitre, que le debía a Derqui su grado de brigadier general de la Nación
conferido en 1860, le hizo caso a su canciller, permitiendo a Derqui radicarse
en Corrientes. Aquí pronto empezó a ganar dinero con su profesión de
abogado, y se compró una chacra.
Pero la suerte de la paz personal le seguía siendo esquiva.
A cinco meses de llegar a Corrientes, el dictador paraguayo Francisco Solano
López invadió el Brasil y conquistó varias ciudades de la región del Matto
Grosso.
Luego, el 13 de abril de 1865, invadió también Corrientes, dando inicio a la
Guerra de la Triple Alianza.
Los paraguayos pudieron sostenerse en Corrientes sólo dos meses porque
fueron expulsados luego de su derrota en la batalla naval de Riachuelo, el 11
de junio de 1865.
En su retirada, los invasores dejaron tras sí un cuadro de rapiña y desolación
del que no escapó la chacra de Derqui. El 26 de enero de 1866, le escribió a
uno de sus hijos:
“En Santa Catalina (así se llamaba la chacra) sólo ha quedado la casa, y ésa
sin puertas, pues las rompieron para sacar las cerraduras y tranquillas, que es
hasta dónde puede llegar la ratería de los tales paraguayos.
Hicieron pedazos
todos los muebles que encontraron, incluso las cajas de fierro y los marcos de
los cuadros, cuyas láminas llevaron.
No dejaron un solo animal, ni los petisos
de las niñitas. Sólo han quedado once lecheras y siete bueyes que se les
volvieron del arreo que llevaban, buscando la querencia”.
Derqui no vio el fin de la guerra porque falleció tres años antes. Murió en
Corrientes, en la misma ciudad donde muchos años antes había trabajado con
el general Paz para construir una Nación que estuviera dentro del marco constitucional.-
FUENTE: Por Vidal Mario - Escritor & Periodista
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