El peronismo engendró la idea de que el “rescate” de Perón de la isla Martín García, el 17 de octubre de 1945, fue una gesta tan grande como la Revolución de Mayo.
Desde 1947 a 1955, esa fecha era feriado nacional, y era enseñada en todas las escuelas.
“Una multitud pidió en Plaza de Mayo la libertad de Perón”, tituló el diario Clarín su tirada del día posterior a la marcha. Sin embargo, Perón nunca estuvo detenido. Por lo tanto, nunca fue liberado por nadie. Era, por el contrario, el más firme candidato que el régimen militar podía exhibir para representarlo en las elecciones presidenciales que había anunciado para el año siguiente. “Perón ya no es un peligro”.
El 12 de octubre de 1945, periodistas que entrevistaban a quien lo había reemplazado en el Ministerio de Guerra, le preguntaron qué había de cierto sobre los rumores de que Perón, quien había renunciado a sus cargos de ministro de Guerra y vicepresidente de la Nación, había sido detenido y recluido en algún lugar.
El nuevo ministro, general Ávalos, les contestó: “No lo he visto, y que yo sepa, no”. Y era verdad: no estaba detenido.
El día anterior a la tarde había viajado a Florida con su pareja Eva Duarte; pasaron la noche en casa de un amigo, al día siguiente, 12, siguieron viaje a una de las islas del Tigre, donde se alojaron en la casa de verano de otro amigo, el empresario alemán y dirigente nazi Ludwig Freude.
En horas de la mañana de ese mismo día, tres generales y tres almirantes, todos ellos reconocidos enemigos de Perón, se reunieron en el Círculo Militar con el nuevo ministro de Guerra, general Ávalos.
Eran los generales Orlando Peluffo, Alberto Gutiérrez y Abraham Quiroga; el vicealmirante Héctor Vernengo Lima, y los contraalmirantes Leonardo Mc Lean, Francisco Clarizza y Juan Smith. Durante la reunión, le pidieron al ministro “la detención y procesamiento militar del coronel Perón”. Directamente, reclamaron que se hiciera “desaparecer todo vestigio del régimen impuesto por el ex vicepresidente y ex titular de la cartera de Guerra”.
Estos mismos militares concurrieron seguidamente a la Casa de Gobierno para reunirse con el presidente Farrell, ante quien formularon los mismos pedidos. Fuera del Círculo Militar, comenzaron a llegar manifestantes contrarios a Perón y al gobierno militar. “Fustigando muchos de los presentes la actuación del ex vicepresidente Perón”, estos manifestantes también reclamaron a los gritos la entrega del gobierno a la Corte Suprema de Justicia”.
Finalmente lograron otra de las cosas que estaban pidiendo: que salieran al balcón aquellos generales y almirantes que habían ido a hablar con Ávalos y Farrell. En representación de los mismos, habló el vicealmirante Héctor Vernengo Lima. Entre otros anuncios, enfatizó:
“El coronel Perón ya no es un peligro”. Dijo, seguidamente: “Les comunico que todo el gabinete ha renunciado, y tengo la palabra del general Farrell, del Ejército y de la Marina de hacer responsables a los culpables de todos estos inconvenientes, especialmente al coronel Perón”.
Efectivamente, minutos después desde la Secretaría de la Presidencia de la Nación se emitió un comunicado anunciando que todos los ministros habían renunciado. Se perfila el 17 de octubre En la madrugada del día 13, llegó al chalet donde se encontraba Perón, en el Delta del Tigre, el jefe de Policía, coronel Mittelbach, para decirle que Farrell le había ordenado que lo lleve de regreso a la capital Ya en su casa, alrededor de las 2 de la madrugada llegó el subjefe de Policía para invitarlo a trasladarse a la cañonera “Independencia”.
El jefe interino de la Policía Federal, coronel Mittelbach, emitió el siguiente comunicado: “En las primeras horas del día de hoy fue detenido el coronel don Juan Perón, siendo conducido a un barco de guerra de la Armada, donde se encuentra alojado”. En aquella misma cañonera lo llevaron a la isla Martín García donde, a falta de un alojamiento mejor, se le destinó la vivienda que se usaba para detenidos militares.
El 13 de octubre, miles de partidarios suyos se concentraron frente al Círculo Militar. El 14 de octubre de 1945, desde su alojamiento en la Isla Martín García y pese a que no estaba allí “confinado” como él decía sino para protegerlo de una parte de las Fuerzas Armadas interesada en eliminarlo incluso físicamente, Perón envió éste mensaje al general Avalos:
“Comunico al señor ministro que el día 12 de octubre a la noche he sido detenido por la Policía Federal, entregado a las fuerzas de la Marina de Guerra, y confinado en la Isla Martín García. Como todavía soy un oficial superior del Ejército en actividad y desconozco el delito de que se me acusa, como asimismo las causas por las cuales he sido privado de libertad y sustraído a la jurisdicción que por ley y mi estado militar me corresponde, solicito quiera servirse ordenar se realicen las diligencias del caso para esclarecer los hechos, y de acuerdo a la ley disponer en consecuencia mi procesamiento, o proceder a resolver mi retorno a jurisdicción y libertad, si corresponde. Juan Perón. Coronel”.
El 16 de octubre, el Ministerio de Guerra emitió un comunicado aclarando que, en la isla Martín García, Perón no estaba detenido. Textualmente, el escrito expresaba: “El Ministerio de Guerra de la Nación, ante la diversidad de versiones circulantes respecto a la situación del coronel don Juan Domingo Perón, hace saber a la población que el mencionado oficial superior no se encuentra detenido. Solamente se han adoptado medidas de seguridad que se consideran convenientes para su persona y que responden a la situación de intranquilidad propia del momento”.
Siempre durante ese día 16 de octubre, aparecieron en Londres declaraciones del ministro de Guerra, general Ávalos, hechas al corresponsal en la Argentina de esa agencia noticiosa inglesa. Consultado sobre la situación en que se encontraba el coronel Perón, respondió: “Perón fue invitado a trasladarse a la isla Martín García, en nombre del Presidente de la República y en el mío propio, a fin de evitar que se cometiera algún atentado contra él.
No es un secreto que querían atacarlo y que el pasado 19 de septiembre la multitud pedía a gritos su cabeza. Yo hice la revolución con el coronel Perón y, además, soy ministro de Guerra: jamás hubiera cargado con la responsabilidad y la vergüenza de un atentado. Por lo demás, afirmo como ministro de Guerra que no hay ningún cargo contra el coronel Perón. Por lo tanto, los rumores que circulan sobre que está detenido no son más que eso: rumores sin valor”.
Efectivamente, tanto era así que el 17 de octubre de 1945, temprano a la mañana Perón ya estaba otra vez en Buenos Aires, supuestamente enfermo e “internado” en el Hospital Militar Central. Columnas de trabajadores se concentraron frente a ese lugar, y algunos de ellos intentaron entrar por la fuerza al mismo, “para ver al coronel”. De adentro salió el sacerdote J. Carreras, quien, tras asegurar que el militar no estaba allí en calidad de detenido pidió a los manifestantes que se dispersaran tranquilos.
El gentío decidió entonces que una delegación entrara a “comprobar el estado” del militar. L delegación no fue autorizada a ingresar, y se retiró “tras recibir seguridades de que el coronel se encuentra bien y en libertad”. Más tarde, se conformó otra delegación integrada con afiliados de la Unión Ferroviaria, la cual sí logró verlo. Al retirarse, informaron a los demás que “efectivamente, como lo dijo el sacerdote Carreras, el coronel está bien y en libertad”.
Ya en horas de la tarde, densas columnas obreras siguieron llegando a la Plaza de Mayo, en tanto que reiteradamente se iba pasando por todas las emisoras de radio un comunicado informando que el coronel Perón no estaba preso, sino en libertad.
A las 21 de ese día, el procurador general de la Nación, doctor Juan Álvarez, le propuso al presidente Farrell estos nombres –todos civiles- para la constitución de un nuevo gabinete: doctor Alberto Hueyo (Hacienda), doctor Isidoro Ruiz Moreno (Relaciones Exteriores y Culto), doctor Jorge Figueroa Alcorta (Justicia e Instrucción Pública), e ingeniero Antonio Vaquer (Obras Públicas).
A las 21,30, se escuchó también por radio éste comunicado de la Secretaría de la Presidencia de la Nación: “1°)- El señor Presidente de la Nación va a sostener una conferencia con el señor coronel Perón. 2°)- El gabinete futuro consultará los altos intereses y nobles aspiraciones del pueblo. 3°)- El coronel Perón hablará en cadena a todo el país alrededor de las 23 horas”.
Perón nunca estuvo detenido Perón nunca estuvo detenido. Fue una bola que él mismo echó a correr, pero su mentira terminó convirtiéndose en un dogma de fe peronista, y hasta llegó a ser materia de enseñanza obligatoria en las escuelas. Desde el muelle de la isla Martín García, se embarcó a las 3:30 de la madrugada rumbo a Buenos Aires.
Llegó a las 6:40 y se alojó en el departamento del capellán del Hospital Militar. ¿Qué sentido tenía la marcha de ese 17 de octubre, si desde las primeras horas de la mañana Perón ya estaba nuevamente en Buenos Aires? Al mediodía, almorzó con el teniente coronel Domingo A. Mercante, otro que supuestamente estaba detenido en Campo de Mayo pero que fue “liberado a pedido del coronel Perón”.
¿Habrá alguien que crea esto de un detenido pidiendo la liberación de otro detenido para almorzar con él? Por la tarde, el “detenido” recibió a varias delegaciones de obreros y empleados traídos por dirigentes gremiales que, según un comunicado del Partido Socialista, eran “asalariados de la Secretaría de Trabajo y Previsión, a cargo de Perón hasta pocos días atrás”. También lo vino a ver el capitán Héctor Francisco Russo, quien, según una información radial, “acaba de ser liberado en Campo de Mayo, igualmente a pedido del coronel Perón”.
De nuevo, ¿un detenido pidiendo la libertad de otro detenido para que lo venga a ver? Esa misma tarde, el “detenido” Perón habló por teléfono con el mismísimo presidente Farrell, además de seguir recibiendo las visitas del ministro de Obras Públicas (general Pistarini, que después, ya como presidente constitucional, seguiría siendo su ministro de Obras Públicas), y el titular de la cartera de Guerra, general Ávalos.
Llegada la noche, Perón se trasladó a la residencia presidencial, “donde el primer magistrado lo recibió con un afectuoso y cordial abrazo, exponente de la antigua vinculación que los une”. ¿Un “detenido” siendo recibido “con un afectuoso y cordial abrazo” por un Presidente de la Nación?
A las 22,30, Perón llegó a la Casa Rosada, donde mantuvo una segunda reunión con Farrell, del que participaron también varios ex ministros y algunos jefes militares.
En ésta reunión se analizaron los nombres propuestos por el procurador de la Nación para el nuevo gabinete, y se discutieron nombres de candidatos para la Jefatura de Policía y de la Dirección de Correos y Telecomunicaciones, entre otras dependencias gubernamentales.
Otra vez: ¿un “detenido” analizando en la Casa Rosada con el Presidente y altos jefes militares cómo formar el nuevo gabinete, y con quienes cubrir varios organismos gubernamentales? A las 23 el “detenido” Perón apareció en los balcones orientados hacia la calle Balcarce, acompañado del mismísimo Presidente, el ministro de Obras Públicas, otras autoridades gubernamentales, jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas.
El primero en hablar fue el presidente Farrell, quien exclamó, refiriéndose al “detenido”: “¡Otra vez, junto a ustedes, el hombre que ha sabido ganar el corazón de todos: el coronel Perón!”. Finalmente, habló Perón, quien comenzó diciendo que tenía tres honras en su vida: “la de ser soldado, la de ser patriota, y la de ser el primer trabajador argentino”.
Ya cerca de la medianoche, se dio por terminado el acto, y la multitud se dispersó. Terminado el acto, el presidente Farrell y el “detenido” Perón pasaron al despacho presidencial, donde sostuvieron una reunión de una hora de duración con los jefes de las distintas unidades de Campo de Mayo.-
FUENTE: contactoinicial943@gmail.com
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