Lo hizo en una carta enviada al presidente Alberto Fernández. También lo hicieron el ministro de Justicia, Martín Soria; el de Ciencia y Tecnología, Roberto Salvarezza; y el de Cultura, Tristán Bauer.
El Frente de Todos está en plena ebullición. En medio de la tensión y tras un duro cruce en la noche del domingo tras la estrepitosa derrota electoral en las PASO, Alberto Fernández y Cristina Kirchner se reunieron este martes en la intimidad de la Quinta de Olivos.
Pero no hubo paz. Es que el encuentro, lejos de apaciguar las aguas, acrecentó las diferencias internas que se visibilizaron este miércoles con un aluvión de renuncias "a disposición" del Presidente, presentadas por ministros y funcionarios que responden a Cristina Kirchner.
Más allá de que ninguna dimisión fue "indeclinable" sino a criterio del mandatario, el virtual vaciamiento del Gabinete por parte de funcionarios K genera un cimbronazo político en la coalición gobernante.
El ministro del Interior, Eduardo "Wado" de Pedro, fue el primero a nivel nacional en hacerlo, a través de un comunicado.
Lo siguieron luego sus pares que en la coalición se alinean detrás de la vicepresidenta: los ministros de Justicia, Martín Soria; de Ciencia y Tecnología, Roberto Salvarezza; Juan Cabandié (Medio Ambiente) y Tristán Bauer (Cultura), la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, y las titulares del Pami, Luana Volnovich, y de la ANSES, Fernanda Raverta; el presidente de Aerolíneas Argentinas, Pablo Ceriani, y la titular del INADI, Victoria Donda. El dirigente del Instituto Patria Jorge Ferraresi, ministro de Desarrollo Territorial, lo hizo de forma verbal.
Otro ultracristinista como Martín Sabbatella, presidente de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo, puso su renuncia a disposición a través de una nota vía expediente electrónico.
La jugada del kirchnerismo duro, que comenzó bien temprano este miércoles, con la renuncia "a disposición" del gobernador Axel Kicillof de todo el Gabinete provincial, tiene un objetivo final: dar un golpe de efecto y forzar el desplazamiento del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y de los ministros Matías Kulfas (Desarrollo Productivo) y Martín Guzmán (Economía), quien este miércoles se mostró con el Presidente en un acto y defendió su gestión con un fuerte discurso político.
Por ahora, el único de la tropa "albertista" que, según supo Clarín, puso su renuncia a disposición del Presidente, en forma verbal, es el canciller Felipe Solá. Lo hizo luego de la derrota y antes de esta seguidilla de renuncias de funcionarios K.
La ministra de Seguridad, Sabina Frederic, otra protegida de Fernández y cuestionada por el kirchnerismo, hizo saber a través de sus voceros que su renuncia "está a disposición desde el día que asumió" y recordó que "todos los funcionarios que asumieron el 10 de diciembre de 2019 han manifestado esto de una u otra forma al Presidente y al jefe de Gabinete".
Todo luego de que, en una carta dirigida al mandatario, De Pedro liderara el raid de renuncias K: "Motiva la presente poner a su disposición mi renuncia al cargo de Ministro del Interior de la Nación con el que he sido honrado desde el 10 de diciembre de 2019", arranca el breve texto firmado por el referente de La Cámpora.
"Escuchando sus palabras del domingo por la noche -prosigue- dónde planteó la necesidad de interpretar el veredicto que ha expresado el pueblo argentino, he considerado que la mejor manera de colaborar con esa tarea es poniendo mi renuncia a su disposición".
Las renuncias de los funcionarios K tienen un doble impacto: se da luego de la reunión de más de tres horas que mantuvieron este martes a la noche Alberto F. y Cristina Kirchner. Aunque desde ambos sectores niegan la reunión, Clarín pudo saber de fuentes oficiales que la vicepresidenta arribó cerca de las 19 a la residencia. "Para analizar la elección y ordenar cómo vamos a dar vuelta en noviembre", se limitó a decir un funcionario al tanto del encuentro.
De la cita, que siguió a la conversación telefónica que habían mantenido el lunes, no hay hasta el momento más trascendidos, aunque los movimientos en bloque del kirchnerismo dan cuenta de una reunión que no tuvo un desenlace armonioso.
Es que en la Casa Rosada hasta el mediodía del miércoles insistían en señalar que "no hay que esperar" variantes sino "reencauzar la gestión" de cara a las generales.
Incluso después de la movida del Gabinete de Kicillof, que no pasó inadvertida: es que tras la derrota, en el Gobierno retrucaban, ante el pedido de cambios que hizo el kirchnerismo, que si el Presidente cambiaba su equipo también deberían hacerlo en la Provincia, porque también el gobernador perdió la elección.
"Qué oportuno, ¿no?", ironizó un colaborador del Presidente, al repasar los dichos de la ministra de Gobierno provincial, Teresa García, quien contó que todo el Gabinete "ha puesto a disposición" sus renuncias. "El gobernador tendrá que tomar la decisión de elegir con qué equipo quiere seguir y con quién diseñará su gabinete futuro”, dijo la funcionaria en radio La Red.
El clima es por demás espeso ya que, así como desde el kirchnerismo duro no ocultan su malestar con el rumbo y el perfil de la administración, y con algunos, la derrota en las PASO y el ensañamiento de los socios de la coalición con Fernández, atribuyéndole toda la responsabilidad de la derrota, desató a funcionarios que rodean al Presidente. "Perdimos todos. No perdió solo Alberto. Perdió Cristina, perdió Axel, perdió Sergio (Massa)", recuerdan.
Las renuncias masivas se dan en un contexto en el que puertas adentro del Gobierno se daba el debate sobre la conveniencia de esperar -o no- a noviembre para oxigenar al Ejecutivo. Quienes creían en no tocar el staff se apoyaban en dos argumentos válidos.
El primero sostiene que, si hasta el jueves el balance público de Fernández era que el Gabinete había estado a la altura en un momento tan complejo como la pandemia, cualquier retoque por la caída ante Juntos por el Cambio iría en contra de su propia palabra y, en consecuencia, carecería de credibilidad la convicción de imprimir un cambio al área en cuestión. "Hay que pavimentar el camino para hacer cambios, no es de un día para otro", exponían.
Luego, aún están quienes pregonan cautela y no por suponer que se trata de un equipo que funcione. "¿Si hace los cambios ahora, qué dejamos para noviembre? Esto es largo...", se ataja un alto funcionario, de los incondicionales del Presidente.
El vínculo entre Alberto y Cristina suma así un nuevo capítulo de extrema tensión. El domingo, como publicó este diario, hubo un cónclave en el mismo búnker, en el que hubo duros reproches. Las caras de la vicepresidenta y el gélido trato hacia su Presidente y a la candidata ungida por él, Victoria Tolosa Paz, dieron cuenta de eso.
Estas diferencias visibles no hicieron más que acrecentar la disputa entre segundas y terceras líneas, tal vez un aspecto poco taquillero en el debate mediático pero difícil de contener si se desborda. De ahí la importancia del cónclave del martes, para bajar la tensión.
Es que la discusión por los nombres en ese terreno queda en un segundo plano y afloran los reproches mutuos por el rumbo: mientras el kirchnerismo duro considera necesario redoblar y apostar a la radicalización de la gestión, en un formato similar al del segundo mandato de Cristina, quienes vieron en Fernández la posibilidad de volver a aliarse con la vice e impulsar un peronismo moderado, están convencidos que la elección se perdió por motivos que exceden a la difícil situación de la economía. "Hablar de la economía sólo es un error.
En 2019 la gente votó a Alberto y el camino de la moderación contra el neoliberalismo de Macri. No votó a Cristina. Fue un error creer eso", analiza un amigo del Presidente que se jacta de decirle "todo en la cara".
Con todo, horas antes del encuentro con Cristina, en un almuerzo con intendentes, el Presidente no descartó hacer cambios en su staff, a diferencia de la línea que trazó hacia afuera.
Fernández sabe los nombres que la vice quiere afuera del Ejecutivo, pero al mismo tiempo que todos ellos son considerados funcionarios de su confianza y que, en caso de entregar sólo a sus alfiles, lo dejaría en un escenario de mayor vulnerabilidad política. Hay quienes creen que para salir de esa encerrona, podría recurrir a una solución salomónica y disponer que se vayan uno de cada sector de la coalición.-