“El paraguayo que develó la Operación Cóndor”.
Llama la atención un fallo que en el Paraguay dictó el juez en lo penal
Arnaldo Fleitas Ortíz.
Éste magistrado condenó a 12 años de cárcel a Nicolás Lucilo Benítez
(“Kururú Piré”), de 81 años, a 12 años de prisión a Camilo Federico
Almada (“Sapriza”), de 78, y a 12 años de presidio a Federico Almada
Morel, de 74 años.
Se tratan de ex policías de los tiempos de Stroessner a quienes el 25 de
mayo de 1989 el doctor Martín Almada acusó de torturar psicológica mente
a su mujer Celestina Pérez de Almada hasta matarla, el 5 de diciembre de
1974.
Lo raro es que en 1977 había declarado que el autor de las referidas torturas
“era obra del señor Salomón”, uno que oficiaba de intendente de San
Lorenzo.
Almada siempre exhibió una vida errática y fabuladora.
Hasta se
auto proclamó descubridor del denominado “Archivo del Terror”. Así que
me permito dudar de la veracidad de la historia sobre la extraña forma de
morir de su mujer.
Al mundo entero le hizo creer que descubrió documentos secretos de la
“Operación Cóndor”, en tanto que al citado juez le hizo creer que aquellos
tres mataron por teléfono a su esposa.
Ésta, simplemente murió de un
infarto.
Un gran colorado
Según Martín Almada, el 24 de noviembre de 1974 fue secuestrado por
varios efectivos policiales que lo llevaron al Departamento de
Investigaciones de la Policía de Asunción, en cuyas mazmorras de
inmediato fue salvaje mente torturado.
Dice que lo acusaban de “terrorismo intelectual”, de utilizar escuela rural
como depósito de armas, y de construir en la ciudad San Lorenzo una
“cárcel del pueblo”.
Lo raro de todo esto es que Martín Almada militaba en las filas del
gobernante Partido Colorado.
Era tan leal al régimen que en 1968 –según él- el ministro del Interior
Sabino Montanaro le ofreció reemplazar a Felipe Salomón como intendente
de San Lorenzo.
Inclusive –también según él-, el 13 de junio de 1972 participó de la
elección de renovación de autoridades de la seccional colorada de la
referida ciudad, que ganó Felipe Salomón.
El 3 de diciembre de 1977 declaró que fue el citado Felipe Salomón quien
en el año 1974 planeó su detención y tortura. “Más o menos 15 días antes
de mi detención el capitán Cecilio Giménez me avisó que Salomón, en
estado de ebriedad en un bar de San Lorenzo, decía que yo sería apresado y
torturado”, reveló.
Dos años después, en 1974, hubo otra elección en la seccional colorada de
San Lorenzo, en el marco de la cual y por razones que Almada no precisó
terminó en la cárcel “por culpa de Salomón”.
La historia de Celestina
En su domicilio de Asunción, en febrero de 2000, Almada me contó ésta
historia:
“A mi mujer le hacían escuchar por teléfono mis llantos y alaridos. En
aquella época era costumbre de Stroesner y su gavilla arrancarnos las uñas,
después las orejas y por último la lengua. Al noveno día de mi detención le
acercan a ella mi ropa ensangrentada y una aguja de zapatero como prueba
de que yo estaba sin uñas. A la medianoche de ese mismo día la llaman otra
vez por teléfono y le dicen: “El maestro subversivo murió.
Venga a buscar
el cadáver de su marido”. Fue demasiado para ella y le agarró un infarto.
Murió por falta de atención médica porque los médicos no querían venir a
la escuela donde estaba detenida, por miedo”.
Pasaron varios años de éste supuesto hecho. Un sábado, el periodista
Humberto Rubín invitó a su programa de Radio Ñandutí a dos personajes
ideológicamente a años luz el uno del otro: Hirán Delgado Von Lepel,
abogado de Stroesner, y su colega liberal y ex preso político Hermes Rafael
Saguier.
También estaba Almada, conocido como “el paraguayo que develó la
Operación Cóndor”.
Almada iba contando la conocida historia de la muerte de su mujer, hasta
que entró la llamada de un oyente que se identificó como “Carlos Talavera,
colorado de Paraguarí, militante en filas del Movimiento Colorado Popular
y ex preso político”.
El oyente recordó “las por lo menos quince veces que el doctor Saguier me
sacó de la prisión” y luego acusó a Almada de “cínico, caradura, y
deshonesto especulador de la muerte de su esposa”.
“En mi presencia –dijo - en la Dirección de Investigaciones ella le en rostró
a usted ser el causante de sus angustias y de su enfermedad por los
habituales maltratos a que la sometía y a la impúdica conducta mantenida
por usted en sus relaciones extra maritales con alumnas y maestras del
instituto de educación que dirigía”.
Hérmes Saguier confirmó que los dichos de Talavera eran ciertos, y
Almada no habló más.
Pedidos a Stroessner
Apenas tres años después de su detención, tortura y supuesta muerte de su
mujer por presiones psicológicas, Almada pidió cinco favores al gobierno
de Stroessner.
Presentó sus peticiones el 3 de diciembre de 1977 ante la Dirección de
Asuntos Técnicos del Ministerio del Interior.
Lo hizo en una nota en uno de
cuyos párrafos consignó:
“Solicito un cargo técnico en la Secretaría Técnica de Planificación, si
fuere posible en la Oficina de Progreso Social. Otra solución a mi problema
sería la concesión de una beca al exterior por uno a dos años. De no darse
curso a éste petitorio me veré obligado a emigrar del país”.
Los tramos finales de esa nota de Martín Almada al gobierno de Stroessner
terminaban diciendo:
“Me encuentro con una alta moral y con una firme intención de seguir
militando en las filas del Partido Colorado.
En consecuencia, solicito que
no se me niegue la oportunidad.
Demostraré mi lealtad al Partido y al Gobierno. Para ello necesito una alta
comprensión de las autoridades y, fundamentalmente, estímulo”.
¿Cómo Almada fue capaz de pedir favores y ofrecer lealtad a un gobierno
que según él lo confinó en un campo de concentración, lo torturó durante
años, le hizo comer excrementos humanos, y por añadidura torturó y mató
a su mujer?.
El diario “Il Messagero” de Roma llegó a decir de él que “para quienes
creen en la justicia Almada es el hombre de la Providencia”. Consiguió una
condecoración del gobierno francés en 1997 por sus dudosos
descubrimientos sobre el “Archivo Cóndor”, y logró que le dieran el
“Premio Nobel Alternativo de la Paz”.
Pero hay oscuridades en la vida de éste imaginativo personaje que, a mi
juicio, no lo hacen creíble.-
FUENTE: *Vidal Mario - *(Periodista, escritor, historiador)
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