Tantas veces se nos dijo que somos los reyes de la creación que lo terminamos creyendo.
Se nos hizo creer que somos la máxima expresión de la creación divina y que fuimos hechos “para dominar a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra”.
Mediante la repetición de proclamas lanzadas desde los templos y desde las iglesias se nos hizo creer que estamos creados a imagen y semejanza de Dios.
En estos días en que un simple virus que ni siquiera podemos ver mantiene aplastado al planeta entero, los vanidosos, los orgullosos, los prepotentes y los acostumbrados a llevarse el mundo por delante deberían repensar tales creencias.
Ésta pandemia mundial les debería servir para que entiendan que tendrían que ser más humildes y comprender que sólo hay uno verdaderamente grande: Dios.
¿Imágenes de Dios?
La suposición de que somos viva imagen y semejanza de Dios se basa en una primitiva imaginación sobre la creación del hombre expresada en Génesis 1:27.
La cual es imposible.
Sólo Dios es perfecto y no está sujeto al error como nosotros ni se equivoca en sus juicios como nosotros.
Él es el Bien en estado puro. Como tal, sólo puede hacer el bien. No como nosotros que en nuestra imperfección podemos hacer el bien pero también el mal.
No somos como Él. Somos falibles e imperfectos incluso a la hora de aplicar nuestro libre albedrío.
Él tampoco está dominado por los impulsos del ego como los deseos de poder y de dominación. Nosotros sí.
¿Dios puede morir?
El hombre –por lo menos físicamente- llega un momento en que deja de ser. Se muere.
Dios no puede dejar de ser. Su ausencia equivaldría a una nada en la cual nosotros no existiríamos ni tendríamos lugar.
Consecuentemente: no somos ni imagen ni semejanza de Dios como se nos ha hecho creer.-
FUENTE: Vidal Mario - Escritor y Periodista Chaqueño
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