En un acto de sinceramiento y de honestidad teológica poco frecuentes en
ella, la Iglesia admitió que uno de los evangelios fue retocado y que los
autores de otros no son los que se creía que eran.
Por ejemplo, dice del final del Evangelio de Marcos que no es “palabra de
Dios” sino de alguien que lo escribió doscientos años después de morir
Jesús.
Se trata de Marcos 16: 9- 20, el último capítulo de ese Evangelio que ha
sido definido por la Iglesia como “el final no auténtico de Marcos”.
El añadido
Ese párrafo que dos siglos después de Jesús la Iglesia añadió al Evangelio
de Marcos dice:
“Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se
apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete
demonios. Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que
estaban afligidos y lloraban.
Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo
y que lo había visto, no la creyeron.
Después se mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban caminando
hacia un poblado. Y ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero tampoco a
estos les creyeron.
Enseguida se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les
reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a
quienes lo habían visto resucitado.
Entonces les dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a
toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se
condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios
en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas, podrán tomar a las serpientes
con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño;
impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán”.
Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado
a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los
asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban”.
Según la Iglesia, la tardía incorporación de dicho texto al final del
Evangelio de Marcos obedeció a que el mismo terminaba “de manera
inesperada”.
“Fue añadida durante el siglo II”, afirma, y apunta seguidamente que
“algunos exégetas suponen que el autor del referido epílogo se apoyó en
una tradición oral”.
Daniel, el gran inspirador
De los cuatro Evangelios, el único lugar donde Jesús está sentado “a la
derecha de Dios” es en ese añadido a Marcos.
Tal imagen, sin embargo, fue copiada del libro de Daniel siglos después de
Jesús.
Pocos libros del Viejo Testamento han ejercido una influencia tan decisiva
en la imaginación y el vocabulario religioso de la cultura cristiana como el
libro de Daniel.
De ese libro la Iglesia extrajo dogmas como la existencia de ángeles, el
juicio final y esa creencia de Jesús sentado en un trono a la diestra de Dios-
Padre.
De allí también sacaron que Dios es un Anciano de vestidura blanca como
la nieve que está sentado en un trono “de llamas de fuego y ruedas de fuego
ardiente” (7:9-10).
De ese libro repleto de fantasiosas visiones se valieron para instalar la
creencia de Jesús Rey del Universo porque le fue dado “el dominio, la
gloria y el reino” (7:13-14).
Del mismo libro se sacó la idea de Jesús bajando sobre las nubes del cielo
en el momento del fin del mundo, y de un Jesús a quien aquel Anciano
otorga “un dominio eterno que no pasará, la gloria y un reino que no será
destruido”.
En ese libro también se inspiraron para fabricar el concepto de la “gran
tribulación” que dicen precederá al fin del mundo, idea que la Iglesia
incorporó al Nuevo Testamento a través de pasajes como Mateo 24:21 y
Apocalipsis 16:18.
De dicho libro sacaron igualmente lo del fin del mundo y la resurrección de
los muertos (12:2).
De allí también viene la difundida idea de que los buenos serán premiados
con la vida eterna en tanto que los malos serán castigados con un “horror
eterno” (12:2), lo cual fue añadido a los evangelios en pasajes como Mateo
25:46.
Incluso para escribir el Apocalipsis se valieron del libro de Daniel, de
donde emergen animales extraños que salen del mar, monstruos terribles
con dientes de hierro y cuernos con ojos, batallas entre ángeles y hasta un
profeta a quien un ángel del Señor toma de los cabellos y lleva volando a
Babilonia.
Juan y Lucas, también en problemas
El tramo final de Mateo no es el único caso de añadidos a los evangelios
que la Iglesia reconoce oficialmente.
También admitió que el Evangelio de Juan originalmente terminaba en el
capítulo 20: 30-31, y que todo el capítulo 21 fue agregado siglos después
de Jesús.
“Es probable que éste capítulo número 21 –dice- haya sido añadido por la
comunidad cristiana a la obra original una vez que ésta ya había sido
terminada”.
Y si de Juan se trata, la Iglesia también desmontó un mito que por siglos
ella misma venía enseñando como si fuera verdad: el discípulo Juan, hijo
de Zebedeo, no fue el autor ni del Evangelio que lleva su nombre, ni de las
cartas identificadas como 1° de Juan, 2° de Juan y 3° de Juan, ni del libro
del Apocalipsis.
Dichos textos, asegura, fueron escritos entre setenta y ochenta años después
de Jesús por un tal Juan de Patmos, que vivía en la ciudad de Patmos,
actual Turquía.
La Iglesia hasta tiene dudas de que uno de los cuatro evangelios haya sido
escrito por Lucas.
Fundamenta su sospecha de la siguiente manera: “En el prólogo el
evangelista no menciona su nombre, que tampoco aparece en el resto del
libro. Sólo el título “Evangelio según san Lucas” lo menciona, pero éste
título fue añadido en el siglo II, cuando se recopilaron los cuatro
evangelios”.
La Iglesia define a la Biblia como “Palabra de Dios en palabras de
hombres”.
Pero, a la luz de estas revelaciones, parece ser que la Biblia tiene más
palabras de hombres que de Dios.-
FUENTE: Vidal Mario* *(Autor del libro “La espada asesina”, sobre la Biblia)
Sr. Mario me gusta su punto de vista de ver las cosas. Es la otra cara de la moneda. De todas maneras va contra tradiciones y mitos muy arraigada en la sociedad y por lo tanto producen un gran impacto. Vivimos tiempos ambiguos no sabemos de dónde agarrarnos. No se ve el final del túnel.
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