En los últimos días y como hace meses, sigo planteando la necesidad de reformular la forma de administrar el dinero público, que llevó en nuestra provincia a generar un crecimiento exponencial del gasto público, por su pésima administración y por decisiones políticas que hoy, ya son insostenibles.
Consecuentemente, la utilización de fondos público que tenían asignados destinos específicos, finalmente fueron cooptados y mal gastados, para sostener la fiesta y poder llegar al fin de la gestión anterior.
Generando esto la imposibilidad de transferirlos y pagar los compromisos iniciales, a efectos de cumplir con lo acordado, provocando en mucha gente situaciones de alta preocupación.
Días pasados, leía declaraciones del presidente Macri, donde manifestaba que el despilfarro le cuesta al Estado, económicamente, más que la corrupción. ¿No será tiempo entonces de cambiar las cosas?.
El sinceramiento de las cuentas públicas hecho a nivel Nacional, sería saludable hacerlo a nivel provincial, sobre todo luego que el ex gobernador Capitanich reprochara a sus propios funcionarios, por los 500 millones de pesos anuales que se perdían por ineficiencia y corrupción solo en educación, pero que nunca se supo cuáles fueron las consecuencias de esas afirmaciones.
