SANITARIOS TARAGUI

domingo, 17 de junio de 2018

"El Libro" - Por Vidal Mario

El Día del Libro es un día propicio para recordar el inmenso valor del libro desde que el mundo es mundo. Sus hojas representan, tal vez más que ninguna otra expresión del arte, la sabiduría del intelecto.  

Las letras de un libro penetran por todas y en todas partes y muestran el camino a la gente. Lo admitió Alfonso II, rey de Asturias, al decir: Mi mejor consejero es el libro porque nada le impide decirme lo que debo hacer. 

Un libro da forma a pensamientos y creencias, y es capaz de construir o destruir la voluntad de un hombre. Hay libros que son testimonios de su tiempo, y otros que son voces del pasado de una nación, de un pensamiento o de una creencia. 

Y fue así fue siempre, desde el principio de los tiempos. Desde que algún escritor egipcio grabó jeroglíficos en las pirámides o desde que algún escritor judío convirtió en libro la leyenda del Diluvio Universal traída de Babilonia. 

La cumbre del libro siempre ha sido y siempre será la poesía, la filosofía y la fe. Exquisitos poetas compusieron los libros El Cantar de los Cantares y los Salmos atribuidos a David. La Biblia no es otra cosa que el resultado del fuego sagrado de profetas-escritores. Fue para difundir su religión y su escuela mística que el faraón Akhnatón escribió el elogio a Dios que figura en el libro de los Salmos bajo el número 104. 

También en nombre de la filosofía y la fe se escribieron los Vedas Hindúes, los Nackas de Zoroastro, el Talmud de los judíos y también el Corán de Mahoma. 

Los libros del pasado son naves que nos traen por el mar del tiempo historias y leyendas como las de Aquiles, Ulises, Eneas, Teseo, Prometeo, Simbad el Marino, el Cid Campeador, Romeo y Julieta, Don Quijote de la Mancha y el Martín Fierro. ¿Por qué viven en la memoria de los hombres los apasionantes pasados históricos de naciones territorialmente tan insignificantes como Israel y Grecia?. La respuesta es: por sus libros. 

Los invisibles hilos que tejen los libros fueron uniendo a Homero, Salomón, Virgilio, Tácito, Dante Alighieri, Shakespeare, Cervantes, Dostoyeski, José Hernández, Neruda, Roa Bastos, Sábato, Borges, Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral, José Martí, Walt Whitman y Federico García Lorca.

Lamentablemente, a lo largo de la historia y en distintas partes del mundo aparecieron también libros ideados para perpetuar la personalidad de algún dictador. Esos libros felizmente no perduraron porque desde el principio estaban condenados al olvido. 

La pregunta que debe hacerse un escritor es si sus libros sirvieron para algo y si han sido de ayuda para alguien. Si la respuesta es afirmativa, ese escritor ha cumplido con su destino y consigo mismo.-

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